Indicios que avalan el compomente innato de la conducta agresiva:
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Aparece demasiado temprano en el desarrollo del niño como para que pueda deberse sólo al aprendizaje.
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Se encuentra en todas las sociedades conocidas, aunque existen diferencias culturales en cuanto a su expresión.
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Diversos factores genéticos parecen predisponer a las personas a ser más o menos agresivas, como lo demuestran los estudios de genética del comportamiento realizados con gemelos adoptados por familias distintas y sobre secuencias de ADN que afectan a los neurotrasmisores.
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Se ha encontrado una relación entre los niveles de testosterona y cortisol y la conducta agresiva.
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Un neurotrasmisor, la serotonina, y algunas regiones cerebrales del sistema límbico y del córtex prefontal desempeñan un papel importante en el comportamiento agresivo, tanto en su manifestación como en su control.
Ni los estudios genéticos, ni los referente a las hormonas nuestra una correlación perfecta con la conducta agresiva. Lo que demuestra es que se da una influencia de factores biológicos y ambientales. He aquí algunas muestras de esa influencia conjunta:
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La agresión en los seres humanos está muy regulada socialmente.
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Según el ambiente sea propio o no, la tendencia a comportares agresivamente se manifestará más menos.
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Parece haber una relación recíproca entre niveles de testosterona y agresión