La importancia de los estudios inspirados por el estudio del patrón de conducta tipo A consiste en la demostración de que la personalidad puede ser una de las variables independientes relevantes a la hora de entender la aparición de una serie de enfermedades físicas: Tipo A, locus de control, depresión y ansiedad, son rasgos, atributos y/o dimensiones de personalidad que desempañan un papel relevante en la aparición de la enfermedad.
Brown y McGill han formulado una teoría sobre la relación entre la imagen de sí mismo y la susceptibilidad a la enfermedad, y en donde tener una imagen positiva de sí mismo no siempre da lugar a mejores pronósticos: en la medida en que exista congruencia entre la imagen de uno mismo y las acciones o sucesos que le sucedan a la persona, la enfermedad estará lejana. Cuando se den incongruencias, la susceptibilidad a la enfermedad se incrementará.
Pelechano y colbs han demostrado que tanto los sucesos vitales estresantes como los fastidios, poseen un efecto diferencial sobre algunas parcelas del funcionamiento personal. Existe evidencia desde la psicología de la personalidad de que las enfermedades crónicas llevan consigo unas modificaciones y estilos de funcionamiento personal distintos que los correspondientes a personas no enfermas (mayor inseguridad personal y ansiedad social).
Existen diferencias considerables en la manera de afrontar la enfermedad para los distintos grupos de enfermos, pero estas diferencias se estabilizan después de 6 meses y se "cronifican" formando una "personalidad sobreañadida" a la "premórbida" del enfermo crónico. Se ha estudiado la enfermedad, estilo de vida y calidad de vida. Existen datos demostrativos de que el cambio del estilo de vida puede "invertir" el estado enfermo del sistema circulatorio.
En un estudio, Ornoish y colbs demostraron que con un cambio duro en la dieta y el estilo de vida, se modificó el estado fisiológico de colesterol, tensión arterial e incluso oclusión angiográfica en una muestra de enfermos después de un infarto. Se piensa que la enfermedad crónica promueve una serie de cambios de personalidad y calidad de vida que habría que considerar.
Una consideración que tampoco ha sido incorporada de manera satisfactoria es que las personas con trastorno de personalidad caen enfermas de enfermedades concretas y en el caso de que sean crónicas llevan consigo replanteamientos de los estilos de vida. Se necesita la acción para conseguir mayor adherencia a los tratamientos y para que sean capaces de participar en sesiones de ayuda. Las condiciones crónicas como el dolor crónico y otras enfermedades llevan consigo problemas crónicos que pueden disparar trastornos de personalidad y que se deben estudiar.