Evaluación y tratamiento son dos proceso inter-dependientes, el desarrollo de la evaluacion conductora se basa en un proceso inductivo- hipotético-deductivo en el que se distinguen una serie de fases caracterizadas por objetivos y tareas propias.
Definición y delimitación del problema: dos son los propósitos de la fase inicial, por una lado recoger información relevante para el caso, y por otro lado establecer una relación terapéutica adecuada que motive al paciente a acudir a las futuras sesiones. La descripción topográfica de las conductas problemas remite al triple sistema de Lang, motor, cognitivo y psicofisiológico, y su ocurrencia se cualifica en función de frecuencia, intensidad, y duracion. El procedimiento mas empleado para la recogida de datos inicial es la entrevista conductual, la entrevista permite coordinar la recogida de información a través de otros procedimientos como la auto-observación, o los auto-informes.
Formulación del caso: EORC, uno de los esquemas mas utilizados como guía del AF es el propuesto por Kanfer y Philips que engloba los cuatro elementos básicos, E: estímulos antecedentes, O: variables del organismo, R: respuestas y C: consecuencias de las mismas. La información recogida se organiza funcionalmente y permite poder plantear modelos explicativos acerca de los problemas del paciente. La formulación de hipótesis susceptibles de ser contrastadas es la principal función de esta fase.
Establecimiento de objetivos terapéuticos: se definirán los objetivos terapéuticos, siendo este paso el anterior al establecimiento de la intervención, los objetivos orientaran la selección de las técnicas terapéuticas a emplear y las metas a conseguir y, la consecución de dichas metas será uno de los criterios para valorar la intervención. Estos objetivos pueden ser finales o intermedios, y su elección requiere un trabajo conjunto terapeuta-paciente, si bien el establecimiento de los objetivos finales dependerá fundamentalmente del paciente, en cuanto a los intermedios, el terapeuta puede ser mejor conocedor de como lograrlos, en la actualidad, al amparo de las terapias de tercera generación, un objetivo final es la aceptación del malestar (DC). En cuanto a las consideraciones acerca del orden de prioridad, en general es aconsejable comenzar por algún problema que permita obtener resultados los suficientemente gratificantes como para motivar al paciente a seguir con el tratamiento.
Elección de las técnicas y procedimientos: en función de los objetivos se seleccionaran unas técnicas u otras, el AF parece ser la estrategia mas útil para este fin, dado que la simple descripción topográfica puede ser de poca ayuda, el AF señala cuales son los elementos concretos que debemos modular, ademas del AF se han propuesto la estrategia de la conducta clave (consideración de la primera conducta de una cadena causal), o la estrategia diagnostica (tratamiento que haya demostrado eficacia en pacientes con idéntico diagnostico). La elección de una tratamiento u otro como apoyo empírico de un protocolo, no tiene por que se contrario a los fundamentos de la TCC, es decir la investigación conductual, precedente, ha permitido hacer propuestas general de modelos funcionales que pueden sugerir directamente el tratamiento, por lo que el único paso a añadir sería, la adaptación del mismo al caso concreto. La selección de técnicas vendrá también determinada por el proceso de evaluacion, pero también por otros factores como la naturaleza de los problemas, el contexto y las características del terapeuta.
Aplicación de un tratamiento: Una vez seleccionadas las técnicas, se explicaran siguiendo el orden que previamente se haya establecido, la evaluación de los avances es conveniente hacerla sesión a sesión, de forma paralela al tratamiento. En Terapia de la Conducta los pacientes suelen conocer el diseño de las sesiones, de tal forma que el paciente sabe la secuencia y las diferentes tareas que va a cometer, una estructura habitual es empezar comenzando por como se ha dado la realización de las tareas para casa, identificando y comentado las dificultades, en caso de que existan. La intervención habrá terminado cuando se hayan logrado los objetivos finales, y para que estos se mantengan en el tiempo, es indispensable diseñar y entrenar al paciente en estrategias de recaída, indicando su posibilidad, ademas el paciente debe saber que el ritmo de mejoría no es regular y esta lleno de escollos.
Evaluacion de la intervención: la generalización y el mantenimiento de las ganancia terapéuticas ha sido un tema de esencial interés en la TCC, se recomienda evaluaciones periódicas cada 12 meses.