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Al caracterizar la intervención clínica en Modificación de Conducta (MC) se ha de reconocer, de entrada, un panorama heterogéneo. Esta heterogeneidad tiene, al menos, dos aspectos: uno debido a la variedad en la lógica conceptual y el otro dado por la variedad en la logística de su aplicación.

La variedad lógica se refiere a la pluralidad de concepciones que conforman la MC que, como ocurre en los distintos campos de la psicología, no se ofrece precisamente como algo homogéneo. Dentro de esta variedad cabe percibir una línea por la que se reparten en dos las distintas concepciones y tendencias:

  1. El enfoque cognitivo incluye una pluralidad de modelos y doctrinas que, de una u otra manera, tienen en común un cierto genero representacional. Este género representacional puede estar tejido como esquemas mentales, creencias, estructuras cognitivas, procesamiento de información, narrativas, y en fin, constructos varios. Se trata de algún modo de representación mental de la realidad o del mundo, de la que dependería la conducta y, en su caso, los problemas psicológicos. Aunque en el panorama actual existe una variedad de modelos de terapias cognitivas, habría que distinguir entre aquellos iniciales que se avinieron con tradición de la MC y que de hecho, han propiciado la tendencia cognitivo-conductual, y otros posteriores que, sin dejar de valerse de las técnicas cognitivo-conductuales, su tendencia es constructivista. La tendencia cognitivo-conductual sigue siendo el enfoque cognitivo de referencia, con sus tres modalidades: la reestructuración cognitiva, el afrontamiento de situaciones, y la solución de problemas.
  2. El enfoque contextual constituye lo que podría ser la tradición más propia de la MC, con su análisis de las condiciones ambientales como determinantes de la conducta y, por tanto, de los problemas psicológicos. En este sentido, el cambio psicológico se cifra propiamente como modificación de la conducta resultante de algún cambio del contexto, incluyendo que tal cambio venga promovido por la propia conducta del sujeto en consideración. Así, se distinguen formas de intervención con base en la exposición, con base en el manejo directo de contingencias y con base en el control verbal o manejo indirecto de contingencias.

Por su parte, la variedad logística se refiere a las distintas maneras que adopta el clínico en la aplicación de la terapia, según, su experiencia, su estilo, las características del cliente y demás circunstancias. Es característico de la MC el uso flexible de las técnicas, conforme al caso.

La intervención clínica consiste en la doble tarea de la evaluación y propiamente del tratamiento. La evaluación cuenta a su vez con una diversidad de métodos e instrumentos, y viene a ser una tarea continua del proceso terapéutico, como valoración de la eficacia y eventual reajuste de la intervención. Por lo demás, la evaluación no deja de ser ella misma una forma de intervención.

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