Ni el desarrollo adulto ni el envejecimiento encajaban en la idea de desarrollo psicológico (implicaba cambios positivos y relacionados con la edad) al que se dedicaban los estudios hasta mediados del siglo XX.
A partir de la década de los 70, se propugna una psicología del ciclo vital que ampliará el estudio normativo de las personas durante la adultez y la vejez (Schaie, Baltes).
Cuatro circunstancias favorecen esta transición (Baltes):
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Aumento de la población anciana.
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Crecimiento de instituciones relacionadas con la gerontología.
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Envejecimiento de los sujetos de algunos estudios longitudinales que comenzaron antes de la II Guerra Mundial.
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Interés en el estudio del ciclo vital de las personas de forma integrada desde otras disciplinas afines como la sociología.
Cambio en la concepción de base del desarrollo por una concepción en la que los factores contextuales cobran una especial relevancia:
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Multicasualidad:
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Causas biológicas.
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Causas históricas o influencia del momento en el que la persona vive.
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Causas sociales o influencia de una sociedad determinada en la conducta de una persona.
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Multidireccionalidad:
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El desarrollo deja de concebirse como teleológico (que tiene una finalidad última), ya que la combinación de los diferentes factores que influyen en la conducta dan lugar a distintos resultados en función del momento histórico, la sociedad y la historia personal.
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Multidimensional:
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Desaparecen la concepción de universalidad (poca relevancia de la variabilidad individual) y la unidimensionalidad (las diferentes estructuras y procesos psicológicos evolucionan en paralelo y siguiendo una secuencia ordenada). La propia persona cobra un lugar central como protagonista de su propia historia.
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Los factores contextuales serán más importantes a medida que avanza el desarrollo:
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Cambios normativos asociados a la edad: durante la niñez y la adolescencia, el desarrollo está más marcado por la historia de nuestra especie (ej: permanencia del objeto, surgimiento de nuevas habilidades metacognitivas, etc). Van disminuyendo su importancia y vuelven a cobrar relevancia en la vejez.
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Cambios normativos asociados a la historia: aquellas cuestiones que afectan a las personas dependiendo del momento en el que han vivido (crisis económica, aparición de la democracia, etc.) Son menos importantes en la niñez y adolescencia, pero influyen más durante la adultez. Vuelven a perder relevancia en la vejez.
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Cambios no normativos o individuales: aquellas cuestiones que afectan a la persona en cuanto ser único y especial (muerte prematura del cónyuge, cambio de residencia a otro país, etc.). Son más importantes a medida que avanza la historia personal de cada individuo.