Se han especificado distintas líneas de análisis integrador de la inteligencia y la personalidad. Por un lado, se describe la perspectiva psicométrica-correlacional, que intenta especificar las relaciones formales entre ambos constructos, con escaso éxito, a consecuencia de la naturaleza diferencial de ambos constructos. Por otro, y con mayor fortuna, la perspectiva experimental-cognitiva realiza un análisis minucioso de los distintos procesos implicados en la personalidad y la inteligencia, lo que permite especificar asociaciones más finas entre ambos constructos.
Sin embargo, esta aproximación queda limitada en su análisis cuando debe contemplarse la conducta del individuo en su medio natural, para lo que se requiere un nivel de análisis semántico o de conocimiento (interpretación y comprensión del mundo), a partir del cual es posible acercarse a la explicación de los intentos adaptativos que el individuo pone en marcha para afrontar los problemas y situaciones cotidianas. Dentro de este nivel de análisis, un concepto clave, integrador de todos los procesos intervinientes en la conducta, es el de meta. En este sentido, se describe un modelo cognitivo de la personalidad, que es a la vez un modelo de inteligencia y personalidad, que aglutina los diversos elementos relevantes para la adaptación a la vida cotidiana.
Los introvertidos parecen rendir mejor en tareas verbales y de solución de problemas que requieren obtener una comprensión inmediata de la situación (insight) y reflexión, mientras que los extravertidos rinden mejor en tareas de ejecución (manipulación) y de velocidad.