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6.1. Sobre la culpa y la vergüenza

Tanto entre los psicólogos como entre la gente común, los términos culpa y vergüenza a menudo se mencionan en relación con un mismo tipo de eventos o situaciones. Ello parece indicar que estas dos emociones se encuentran realmente muy próximas. La distinción entre ellas no es nada fácil.

6.1.1. ¿En qué se diferencian la culpa y la vergüenza?

En torno a esta cuestión existen tres posiciones fundamentales:

  1. Un primer punto de vista, en el que la vergüenza es una emoción más pública, una emoción que surge de la desaprobación de los demás y requiere de la presencia (real o imaginada) de los otros; mientras que la culpa es una emoción más privada, que surge de la propia desaprobación y no requiere de observadores externos.
  2. Un segundo punto de vista, en el que una y otra emoción son elicitadas por distintos tipos de trasgresiones o fallos. La culpa aparece cuando se transgreden ciertas normas o reglas, y la vergüenza cuando no se alcanzan ciertos estándares o metas. En términos psicoanalíticos, la culpa es el resultado de un conflicto entre el yo y el superyó o conciencia moral, mientras que la vergüenza surge de un conflicto entre el yo y el yo ideal.
  3. Un tercer punto de vista, defendido por Tangney, lo que diferencia a la culpa y la vergüenza no es tanto el tipo de evento antecedente como el modo en que la persona interpreta sus transgresiones o fallos. Esta autora sostiene que, mientras que en la experiencia de la vergüenza el foco de atención de la persona es el “self” (YO hice esa cosa horrible), en la culpa lo es la conducta (Yo HICE esa COSA horrible). Esta diferencia hace que la experiencia fenomenológica de una y otra emoción, así como sus implicaciones en el terreno social y personal, sean muy diferentes. Esta última postura se ha convertido hoy en el punto de vista dominante entre los investigadores de este campo.

Sin embargo, también hay datos empíricos que apoyan las otras propuestas. Wallborr y Scherer revelaron las siguientes diferencias entre culpa y vergüenza:

  • Mientras que la vergüenza a menudo es provocada por factores externos, la culpa es una experiencia emocional más interna.
  • Mientras que la vergüenza se asocia al fracaso en el logro de metas, la culpa se asocia a la transgresión de normas.

El estudio de Pascual y colaboradores permite concluir que, bajo el término vergüenza en castellano, se engloban experiencias emocionales provocadas, al menos, por tres tipos de situaciones:

  1. Situaciones en las que hay un sentido de exposición, esto es, la persona queda expuesta al juicio de otros, y se ha cometido una falta mínima, muy leve (embarrassment).
  2. Situaciones en las que hay un sentido de exposición y se ha cometido una falta más seria pero no moral.
  3. Situaciones en las que hay un sentido de exposición y se ha cometido también una falta seria y de carácter moral (vergüenza moral).

Por otra parte, bajo el término culpa se engloban experiencias emocionales provocadas por, al menos, dos tipos de situaciones:

  1. Situaciones en las que la persona comete una falta que supone un daño para una tercera persona (culpa interpersonal).
  2. Situaciones en las que la persona contraviene su propio sentido de lo que debe ser (culpa intrapersonal).

La culpa, en comparación con la vergüenza, depende, más que del juicio negativo de los demás, del juicio negativo del propio sujeto sobre su acción, una acción que el sujeto percibe como controlable. Además, la culpa, si bien a veces puede llevar también a la huída de la situación para eludir un castigo que se intuye severo, normalmente no lo hace y, en cambio, favorece la puesta en marcha de algún tipo de acción para solucionar la situación.

No obstante, los resultados muestran que hay un tipo de experiencia emocional, la vergüenza moral, que presenta algunos rasgos en común con la culpa: en particular, la tendencia a la reparación, pero también el hecho de que el acto que la provoca es percibido por la persona no simplemente como un comportamiento no deseable, sino como malo ética/moralmente, tal como ocurre en el caso de la culpa interpersonal, el tipo de culpa más frecuente.

6.1.2. Implicaciones de la culpa y la vergüenza en el ámbito interpersonal

Un aspecto en el que las diferencias entre la culpa y la vergüenza están más claras es el de sus tendencias de acción y, consiguientemente, sus implicaciones interpersonales.

Mientras que la vergüenza provoca el deseo de escapar de la situación, de desaparecer, la culpa mantiene a la persona ligada a la situación interpersonal, señalándole el camino hacia la acción reguladora. Más que respuestas de evitación, los sentimientos de culpa provocan deseos de confesar, pedir perdón, reparar el daño hecho y actuar de otro modo en el futuro. Teniendo esto en cuenta, suele considerarse que la culpa constituye una emoción más positiva, con un mayor valor moral, que la vergüenza.

Dos conjuntos de datos sugieren que los sentimientos de culpa son más positivos en el ámbito interpersonal:

  • En primer lugar, diversos estudios muestran que la culpa tiende a asociarse con la empatía. Se ha constatado que las personas tendentes a sentir culpa suelen ser personas bastante empáticas, mientras que las tendentes a la vergüenza, ante el sufrimiento ajeno, son poco propensas a experimentar empatía centrada en el otro y, en cambio, tienden a experimentar malestar personal.
  • En segundo lugar, diversos estudios muestran que la vergüenza tiende a asociarse con la ira. Se ha constatado que las personas tendentes a la vergüenza suelen ser también tendentes a los sentimientos de ira, hostilidad, resentimiento y suspicacia, mientras que las tendentes a la culpa no muestran tales rasgos. También se ha confirmado que la disposición a experimentar vergüenza se asocia a una mala regulación de la ira, mientras que la disposición a la culpa se asocia a una regulación constructiva de la misma.

Con todo esto se puede llegar a la conclusión de que la culpa es una emoción más positiva que la vergüenza en el plano interpersonal.

6.1.3. Implicaciones de la culpa y la vergüenza en el ajuste psicológico

¿Ocurre lo mismo en el plano individual?, ¿la culpa es también positiva para la persona o, por lo contrario, es una emoción que no acarrea más que sufrimiento y que puede estar en la base de muy diversos problemas psíquicos? Básicamente, se dan dos posiciones:

  • Según la primera posición, que hunde sus raíces en Freud, la culpa tiene un carácter muy negativo para el individuo. Según Freud, los sentimientos de culpa, dada su naturaleza fuertemente inhibitoria, su asociación con la necesidad de castigo y su tendencia a desencadenar múltiples mecanismos de defensa, acaban dando lugar a numerosos síntomas y conductas desadaptativas.
  • Según una segunda posición, más reciente, la culpa tiene un carácter bastante menos negativo para la salud psíquica de lo que habitualmente se supone. Tangney señala que, cuando se tiene en cuenta la distinción self/conducta entre vergüenza y culpa, los datos empíricos revelan que, mientras que la tendencia a la vergüenza se asocia a diversos síntomas patológicos, la tendencia a sentir culpa no se asocia a un mal ajuste psicológico. Los efectos patológicos de la culpa se producen cuando ésta aparece fusionada con la vergüenza.

Hoy por hoy, no se pueden extraer conclusiones definitivas sobre los efectos de la culpa en el ajuste psicológico individual. En cambio, por lo que se refiere a la vergüenza, existe un amplio consenso respecto a la asociación entre la tendencia a experimentarla y la vulnerabilidad a los problemas psíquicos. Son numerosos los estudios empíricos que muestran su asociación con la depresión, la ansiedad, la baja autoestima, los trastornos de la alimentación y la sociopatía subclínica.

6.1.4. ¿Son tan positivos los sentimientos de culpa?, ¿son negativos los de vergüenza?

Los mismos autores que defienden un fuerte contraste entre las implicaciones de la culpa (positivas) y las de la vergüenza (negativas) en el ámbito interpersonal e individual matizan su posición, señalando que ni la culpa es tan sana y tan beneficiosa ni la vergüenza es tan negativa.

La culpa tiene también su lado negativo. Tangney reconoce que, en ocasiones, puede ser desadaptativa cuando los sentimientos de culpa se fusionan con los de vergüenza.

La mayor parte de los autores que han profundizado en esta emoción ha distinguido varios tipos de culpa, unas más adaptativas que otras. Se pueden distinguir dos tipos de culpas:

  • CULPA FREUDIANA ⇒ Es una culpa que hunde sus raíces en la ansiedad asociada a la transgresión y que incluye fuertes dosis de agresividad dirigida básicamente hacia el propio individuo, pero que también puede dirigirse al exterior.
  • CULPA EMPÁTICA ⇒ En la línea de la “culpa depresiva” frente a la “culpa persecutoria” y de la “culpa interpersonal”. Es una culpa que surge cuando la persona siente empáticamente el dolor ajeno y se percibe como agente causal de dicho dolor.

En la actualidad, entre los estudiosos de la emoción en general y de la culpa en particular, domina una visión mucho más positiva de la emoción de culpa, una visión claramente influenciada por los planteamientos de Hoffman.

Cuando se habla de la culpa, tiende a entenderse el tipo de culpa asociada a la empatía: tendencia a la reparación de la acción y, de este modo, resulta esencial en el restablecimiento de las relaciones interpersonales que han podido resultar dañadas a consecuencia de la acción del sujeto. En definitiva, la culpa es una respuesta emocional con efectos muy positivos en el plano interpersonal y que, más allá del malestar que su experiencia supone, no tiene ningún efecto negativo en el individuo.

No todo en la vergüenza es desadaptativo. La vergüenza tiene también aspectos positivos. Los sentimientos de vergüenza poseen también una importante función autorreguladora, ya que ayudan a las personas a evitar muchas transgresiones y conductas inapropiadas. La vergüenza protege contra la conducta inconveniente y así es adaptativa, aunque en casos de exceso, deficiencia o pobre regulación, puede resultar desadaptativa.

Barrett señala que si la culpa nos ayuda a tomar conciencia del poder que tenemos de hacer daño y de la posibilidad de reparar dicho daño, la vergüenza nos ayuda a analizar el propio yo como en un espejo. En este sentido, ambas emociones juegan un importante papel en el desarrollo del yo.

6.2. Sobre el embarrassment

Este término se traduce al castellano, sin más, como “vergüenza”, pero una traducción más correcta sería la de sentimiento o experiencia de “embarazo”, “bochorno”, “apuro” o “corte”. Los anglosajones, sin embargo, distinguen shame y embarrassment cuando se habla de vergüenza.

6.2.1. ¿Designa el término embarrassment una emoción diferente de shame?

La mayoría de los autores piensan que shame y embarrassment son dos emociones diferentes, pero, ¿dónde residen esas diferencias?:

  • Shame y embarrassment son distinguibles por la intensidad del afecto y la gravedad de la acción: shame se caracterizaría por una mayor intensidad; además, surgiría ante fallos más serios y, muchas veces, ante transgresiones de carácter moral, cosa que no ocurre en el caso del embarrassment, que tiende a aparecer ante transgresiones sociales o meteduras de pata relativamente triviales.
  • Otros autores señalan que shame se asocia a la percepción de deficiencias en el yo esencial, mientras que el embarrassment se asocia a la percepción de deficiencias en el yo tal como se presenta en el exterior.
  • Por último, otros plantean que, además, estas dos emociones difieren en su expresión corporal: las personas que experimentan embarrassment no muestran las expresiones corporales de alguien que quisiera esconderse, desaparecer; más bien, muestran movimientos corporales ambivalentes, de aproximación, de evitación respecto a los otros (miran y apartan la mirada, sonríen, etc.)

En el terreno empírico, los estudios realizados sugieren que una y otra reacción emocional difieren bastante entre sí. Tangney, Miller y colaboradores encontraron que las experiencias de shame eran más intensas, más dolorosas e implicaban una mayor sensación de transgresión moral que las de embarrassment.

Implicaban, también, una mayor sensación de responsabilidad, mayor pesar y mayor enfado con uno mismo, así como la creencia de que los otros estaban también disgustados con uno. Las experiencias de embarrassment, en cambio, resultaban, en general, más divertidas, ocurrían más de repente e implicaban una mayor sensación de sorpresa. Además, se acompañaban de cambios fisiológicos más intensos (rubor, sonrojo) y una mayor sensación de exposición a los demás.

6.2.2. Rasgos fundamentales del embarrassment

¿Qué es exactamente lo que provoca embarrassment?, ¿qué función cumple esta reacción emocional? En cuanto al tipo de eventos que la provocan, puede decirse que el embarrassment constituye la más social de todas las emociones autoconscientes: a diferencia de la culpa y de shame, la experiencia de embarrassment se produce casi, sin excepción alguna, en presencia de otros.

Pero, más allá de este rasgo social, hay pocos elementos que caractericen de forma consciente a las situaciones de embarrassment.

¿Cuál es, entonces, el proceso psicológico o dilema esencial que lleva a sentir esta emoción? Sobre esta cuestión, existen diversas posiciones:

  • Miller dice que lo fundamental sería la evaluación negativa por parte de los otros. Sin embargo, también se puede sentir embarrassment en situaciones positivas, simplemente por sentirse el foco de atención de mucha gente.
  • Otros autores sostienen una visión “dramática” de esta emoción, en la cual encajan perfectamente tales situaciones positivas: el embarrassment se produce cuando ciertos roles y guiones sociales implícitos se ven trastocados y las interacciones sociales resultan algo raras, torpes.
  • Por último, Lewis propone distinguir entre dos tipos de embarrassment: el provocado por la mera exposición a los otros y el provocado por una autoevaluación negativa.

Aunque no existe consenso respecto a lo que produce embarrassment, existe bastante acuerdo en cuanto a las funciones de esta emoción. Muchos autores coinciden en que esta reacción emocional tiene una importante función social al servir como señal de apaciguamiento a los otros: las respuestas no verbales que aparecen cuando se experimenta embarrassment (rubor facial, sonrisa, etc.) actúan como señales que comunican a los demás que, en realidad, se comparten las reglas sociales, aunque en ese momento hayan resultado algo trastocadas.

Esta emoción no se halla lexicalizada en muchas lenguas. Sin embargo, ello no significa que los hablantes de dichas lenguas no la experimenten. El análisis de la misma tal como se da en otras culturas es fundamental para corregir posibles sesgos etnocéntricos de la investigación previa y para una mejor comprensión del significado de esta reacción emocional.

6.3. Sobre el orgullo

El orgullo surge cuando la persona valora positivamente su conducta en relación con unos estándares, unas normas o unas metas. Al ser una experiencia emocional altamente reforzante, va a favorecer futuras conductas similares, además de fortalecer la propia autoestima. El orgullo cumple una función muy importante tanto en la orientación de la conducta como en el desarrollo psicológico de la persona y en su bienestar subjetivo. Pese a ello, esta emoción ha sido muy poco estudiada.

6.3.1. ¿Existen otras emociones provocadas por autoevaluaciones positivas?

Varios autores así lo consideran:

  • Lewis propone distinguir entre orgullo y hubris en función de que la atribución de éxito sea específica (referida a la conducta) o global (referida al yo en su conjunto).
  • Tangney sostiene un planteamiento muy similar cuando sugiere que existirían dos tipos de orgullo, paralelos a la distinción self/conducta que se da entre vergüenza y culpa: el orgullo relativo al self u orgullo alpha y el orgullo relativo a la conducta u orgullo beta.

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