Son tantas las variables que entran a formar parte del desarrollo de la entrevista que resulta difícil e infructuoso analizarlas todas. Nos vamos a centrar a su enumeración y análisis atendiendo a algunas de las categorías comunes: emisor, receptor, mensaje, variables contextuales e interacciones.
El entrevistado o emisor del mensaje es la persona interesada en comunicar algo a otro. El entrevistador o receptor es el interlocutor para la persona que habla y del que se espera que escuche y responda al emisor.
El mensaje que se comunica es aquello de lo que se trata en la entrevista. Adquiere una importancia primordial, debido a que es el motivo del encuentro entre ambos. También influyen las variables contextuales que encuadran o enmarcan la reunión. Finalmente las variables que configuran la interacción: las motivaciones de ambos, las actitudes y las que se derivan de los roles específicos de cada uno.
En la variable receptor o examinador entran a formar parte tanto aspectos de orden físico, como características de su personalidad y diversos aspectos de su formación y experiencia. Pero sin duda son de mayor importancia la formación y la experiencia profesional, el modelo teórico al que se vincula, las destrezas y habilidades personales en la comunicación... En el emisor o entrevistado confluyen otra serie de variables además de las anteriores, como la motivación para acudir al psicólogo, el grado de insight o nivel de conciencia con el problema, la actitud ante dicho problema...
Las variables contextuales no son neutras, sino que influyen en el desarrollo de la entrevista: luminosidad, ventilación, aislamiento de ruido, confortabilidad... Especialmente importante es la disposición de las sillas y mesa para entrevistarse. No existen reglas, pero se trata de mantener un equilibrio entre la cercanía física y emocional y la diferenciación de roles. El lugar para dejar una prenda o cualquier objeto personal debe estar a la vista o señalarse directamente. Si está prohibido fumar conviene que esté indicado, y si existe una sala de espera las condiciones de comodidad, discreción, ambiente cálido y acogedor deben mantenerse en la misma línea.
En el mensaje influyen todos los aspectos del lenguaje verbal y no verbal. La conducta verbal podría concretarse en dos ejes: Qué se dice y Cómo se dice. El qué se dice entra a formar parte del contenido propiamente verbal de la entrevista, y el cómo se dice tiene componentes verbales y no verbales: tono emocional que pone en la narración, los olvidos, las repeticiones...
La conducta no verbal suele percibirse asociada a lo que se dice, observando el nivel de confirmación o contradicción entre ambas formas de conducta. La cabeza y los rasgos faciales son lo más elocuente. Además se considera conducta no verbal los sonidos como toses, carraspeos, bostezos... Esta secuencia de eventos que ocurren simultáneamente y de forma rápida requieren una serie de habilidades en el entrevistador que pueden y deben ser entrenadas.