Las conductas reproductoras constituyen las formas más destacables de conductas sexualmente dirmorfas, es decir, conductas que difieren en machos y hembras. Las hormonas presentes tanto antes como después del nacimiento juegan un papel muy importante en el desarrollo y control de las conductas sexualmente dimorfas.
Producción de gametos y fertilización
La producción de gametos tiene lugar mediante una forma especial de división celular que da lugar a células que contienen un miembro de cada uno de los 23 pares de cromosomas. El desarrollo del ser humano se inicia en el momento de la fertilización, cuando se unen un espermatozoide y un óvulo. El sexo genético de una persona se determina en el momento de la fertilización del óvulo por el espermatozoide del padre. 22 de los 23 pares de cromosomas determinan el desarrollo físico del organismo independientemente de su sexo. El último par consta de dos cromosomas sexuales que determinan si será niño o niña.
Existen dos tipos de cromosomas sexuales: las hembras tienen dos cromosomas X y por lo tanto todos los óvulos de una mujer contienen dicho cromosoma. Los varones tienen un cromosomas X y un cromosoma Y. Un espermatozoide portador de un cromosoma Y da lugar a un óvulo fertilizado XY (hombre); pero un espermatozoide portador de un cromosoma X dará lugar a un óvulo fertilizado XX (hembra).
Desarrollo de los órganos sexuales
El cromosoma X y los 22 pares de cromosomas asexuados de las células tanto de hombres como de mujeres contienen toda la información necesaria para que se desarrolle el cuerpo de cada sexo.
La exposición a hormonas sexuales, tanto antes como después del nacimiento, es la causa de nuestro dimorfismo sexual. Lo que controla el cromosoma Y es el desarrollo de las glándulas que producen las hormonas sexuales masculinas.
Gónadas
Existen tres categorías generales de órganos sexuales: gónadas, órganos sexuales internos y los genitales externos. Las gónadas tienen una doble función: producen óvulos o espermatozoides y segregan hormonas. En la sexta semana del desarrollo ambos sexos tienen un par de gónadas indiferenciadas, que pueden convertirse en testículos u ovarios. El factor que controla su evolución es un gen del cromosoma Y, denominado Sry. Sin éste, las gónadas indiferenciadas se convierten en ovarios. Una anomalía son los varones XX, puede ocurrir cuando el gen Sry se transloca del cromosoma Y al cromosoma X durante la producción del esperma paterno. Una vez que las gónadas se han desarrollado, se desencadena una serie de acontecimientos dirigidos por las hormonas; las cuales afectan al desarrollo sexual. Durante el desarrollo prenatal ejercen efectos organizadores que influyen en el desarrollo de los órganos sexuales de una persona y de su cerebro. Estos efectos son permanentes. Su efecto activador ocurre en una etapa posterior de la vida, después de que los órganos sexuales se hayan desarrollado. Dado que los cuerpos de varones y mujeres se han organizado de forma diferente, las hormonas sexuales tendrán efectos activadores distintos en los dos sexos.
Órganos sexuales internos
Al principio del desarrollo embrionario son bisexuales, es decir, todos los embriones contienen los precursores de los órganos sexuales tanto de la hembra como del hombre.
Durante el tercer mes de gestación solo se desarrolla uno de estos precursores y el otro desaparece. El precursor de los órganos sexuales femeninos internos se llama sistema de Muller. El precursor de los órganos sexuales internos masculinos es el sistema de Wolff. El sexo de los órganos sexuales internos de un feto depende de la presencia o ausencia de hormonas segregadas por los testículos: si dichas hormonas están presentes, se desarrolla el sistema de Wolff y sino el sistema de Muller. El sistema de Muller no necesita ningún estímulo hormonal de las gónadas para desarrollarse, simplemente lo hace.
Por contra, las células del sistema de Wolff no se desarrollan a no ser que las estimule una hormona. Así pues, los testículos segregan dos tipos de hormonas: hormona inhibidora del sistema de Muller que impide el desarrollo del sistema de Muller y tiene un efecto desfeminizante; y el segundo grupo de hormonas son los andrógenos que estimulan el desarrollo del sistema de Wolff, tienen un efecto masculinizante. La masculinización depende de dos andrógenos: testosterona y dihidrotestosterona. Las hormonas ejercen sus efectos sobre sus células diana. El sistema de Wolff contiene así pues, receptores de andrógenos que impulsan el crecimiento y la división. Las células del sistema de Muller contienen receptores de la hormona inhibidora del sistema de Muller que impiden el crecimiento y la división. El hecho de que los órganos sexuales internos del embrión humano sean bisexuales lo demuestran dos trastornos: síndrome de insensibilidad a los andrógenos (la causa es una mutación que impide la formación de receptores de andrógenos, la falta de receptores impide que los andrógenos ejerzan su efecto masculinizante. Sin embargo la hormona inhibidora del sistema de Muller sigue ejerciendo su efecto desfeminizante. Así los genitales externos son femeninos y en la pubertad se desarrolla el cuerpo de mujer; pero al carecer de útero y ovarios estas personas no podrán tener hijos).
El segundo trastorno es el síndrome del conducto de Muller persistente (por un fallo en la producción de la hormona inhibidora del sistema de Muller o por la falta de receptores para esta hormona. Los andrógenos ejercen su efecto masculinizante pero no se produce la desfeminización así que la persona nace con los dos órganos sexuales.
La anomalía cromosómica del síndrome de Turner demuestra que para el desarrollo del sistema de Muller no son necesarias las hormonas producidas por los órganos sexuales femeninos. En éste síndrome solo tienen un cromosoma X; sin cromosoma Y los testículos no se desarrollan y tampoco los ovarios porque se necesitan dos cromosomas X. Así que las personas crecen y se desarrollan como mujeres pero al carecer de ovarios no pueden producir óvulos y no tendrán hijos.
Genitales externos
Los genitales externos no necesitan la estimulación de las hormonas sexuales femeninas para convertirse en genitales femeninos. Pero en presencia de la dihidrotestosterona, los genitales externos se convierten en masculinos. Así las personas con síndrome de Turner tendrán genitales externos femeninos pese a carecer de ovarios. Y las personas con síndrome de insensibilidad a los andrógenos tendrán genitales externos femeninos porque sin receptores de andrógenos no pueden responder a los andrógenos producidos.
Maduración sexual
En la pubertad las gónadas reciben estimulación para que produzcan sus hormonas y éstas hacen que la persona madure sexualmente. El inicio de la pubertad tiene lugar cuando las células del hipotálamo segregan hormonas liberadoras de gonadotropinas (GnRH), las cuales estimulan la producción y liberación de dos hormonas gonadotropas. Las gonadotropinas (u hormonas gonadotropas) estimulan a las gónadas para que produzcan sus hormonas. De estas depende la maduración sexual. Las dos hormonas gonadotropinas son la hormona foliculoestimulante (HFE) y la hormona luteinizante (HL). Las mismas hormonas se producen también en los varones, estimulando los testículos para que produzcan espermatozoides y segreguen testosterona.
En los países desarrollados ha ido disminuyendo la edad a la que los niños y especialmente las niñas, alcanzan la pubertad seguramente debido a una mejor nutrición. La leptina proporciona al cerebro una importante señal relativa a la cantidad de tejido graso del cuerpo. Esta hormona también parece intervenir determinando el inicio de la pubertad en las hembras.
Así pues una hormona que normalmente indica un aumento de la grasa corporal acelera el inicio de la madurez sexual, por lo menos en las hembras.
Las gónadas segregan hormonas esteroideas; los ovarios producen estradiol (estrógenos) y los testículos producen testosterona. Ambos tipos también producen una pequeña cantidad de hormonas del otro sexo. Tanto el estradiol como los andrógenos inician el cierre de las zonas de crecimiento de los huesos. El estradiol provoca el desarrollo de las mamas, la mucosa uterina, cambios de grasa corporal y la maduración de los genitales femeninos.
En los varones los andrógenos estimulan el crecimiento del vello facial, de las axilas y púbico; agravan la voz, estimulan el desarrollo muscular y provocan el desarrollo de los genitales. El vello de las axilas y el púbico de las hembras no se debe al estradiol sino a los andrógenos segregados por las glándulas suprarrenales.