El entrenamiento en HS produce cambios significativos en el funcionamiento social de los sujetos cuando se utilizan medidas conductuales, tales como nivel de ejecución en situaciones de role-playing, o en interacciones de grupo, etc. Dicho entrenamiento produce una mejora de la imagen que el esquizofrénico tiene de sí mismo, en términos de más asertivo y menos ansioso socialmente. Para evaluar dichos cambios, así como el alcance de la eficacia del entrenamiento, resulta imprescindible realizar una evaluación multidimensional que dé información de diversos aspectos de la vida del paciente que deberían verse afectados si el entrenamiento hubiese sido eficaz.
Existen pocos datos respecto a la influencia del mismo sobre la calidad de vida de los sujetos, sobre la carga familiar, sobre la competencia social que el sujeto consigue etc. Por lo que sería aconsejable incluir medidas de resultados en tantos dominios como sea posible.
El entrenamiento en HS no produce un descenso significativo de la sintomatología, ni del número de recaídas, por lo que sería interesante profundizar en la interacción existente entre este tipo de entrenamiento y los tratamientos farmacológicos con el fin de optimizar su utilización.
Resulta imprescindible realizar seguimientos prolongados que permitan evaluar hasta qué punto los cambios producidos se mantiene a lo largo del tiempo.
El entrenamiento en HS no es la solución para todos los síntomas y problemas del funcionamiento que presentan los esquizofrénicos, de aquí que deba ser visto como un componente dentro del más amplio tratamiento que necesita ser aplicado en la intervención con estos pacientes.