En la percepción que tenemos de nosotros y de nuestra conducta tendemos, sistemáticamente, a realizar interpretaciones que nos permitan mantener una visión positiva de nuestro yo. La auto-percepción también afecta a cómo nos imaginamos a nosotros mismos en relación con el mundo que nos rodea y lo que en él acontece. La necesidad de autoestima positiva y de percibirnos con capacidad de controlar nuestro entorno nos lleva, con frecuencia, a una distorsión de la realidad que, por otra parte, nos permite tener una visión positiva de nuestro futuro. Esa interpretación favorable del yo puede ser más o menos sesgada, pero cumple una función adaptativa, ya que sin muchos de estos sesgos sería difícil afrontar la vida sin ansiedad. Los sesgos de auto-ensalzamiento más frecuentes son:
- Falsa singularidad o unicidad: tendencia sistemática a creer que nuestras capacidades y habilidades son únicas y mejores que las de la media.
- Falso consenso: tendencia a creer que los otros comparten nuestras creencias y opiniones y que actúan de forma similar.
- Efecto "primus inter pares": tendencia a creer que se es superior a los pares (personas similares) en características que son deseables y normativas en un contexto determinado.
- Ignorancia pluralista: tendencia a inhibir la expresión de una actitud o emoción porque se piensa que la mayoría no la comparte. Es un sesgo que cometemos cuando pensamos que sabemos lo que creen o sienten los demás.
- Ilusión de invulnerabilidad: tendencia a creer que tenemos menos probabilidad que la media de las personas de que nos ocurran acontecimientos negativos.
- Optimismo ilusorio: tendencia a creer que tenemos más probabilidad que la media de las personas de que nos sucedan acontecimientos positivos.
Cómo preferimos vernos, semejantes o diferentes de los demás?
Los sesgos de falso consenso y de falsa singularidad parecen contradictorios. Según el primero, tendemos a creer que somos similares a la mayoría de las personas. De acuerdo con el segundo, sin embargo, tendemos a vernos como personas singulares y únicas. El sesgo auto-perceptivo "primus inter pares" proporciona una explicación de cómo ambos tipos de sesgos no tienen por qué ser contradictorios.
Evidencia empírica sobre la manifestación del sesgo de falso consenso la aportaron, por ejemplo, Lee Ros, David Greene y Pamela House (1976) en una serie de experimentos en los que abordaron cómo se manifestaba este fenómeno en relación con diferentes situaciones, no sólo hipotéticas, sino también después de que las personas que participaban en su investigación habían optado por realizar un comportamiento un tanto comprometido y extraño. El objetivo era demostrar que las personas tienden a percibir que existe consenso entre sus conductas y lo que hacen los demás. Esto implica que perciben que su comportamiento y sus juicios son relativamente frecuentes y apropiados para esas circunstancias, mientras que juzgan las respuestas alternativas como infrecuentes, desviadas o inapropiadas.
Además, y teniendo en cuenta que de acuerdo con la teoría de las inferencias correspondientes (Jones y Davis) es más fácil que se hagan atribuciones a causas personales cuando una conducta se considera rara e infrecuente, estos autores avanzaron la hipótesis de que las personas tienden a hacer con más seguridad atribuciones internas de las conductas u opiniones que son opuestas a las propias.
Los experimentos de Ross y cols., mostraron que las personas hacían atribuciones personales con más seguridad cuando se referían a personas que habían hecho una elección distinta de la suya, lo que confirma lo esperado según la teoría de las inferencias correspondientes.
Un patrón de conducta diferente se observa respecto al sesgo de falsa singularidad, fundamentalmente, por mecanismos motivacionales coherentes con la necesidad de sentirnos especiales y de mantener un autoconcepto positivo, que responde al motivo social básico de potenciación personal, así como con la necesidad de crear una buena impresión en los demás para ser aceptados, proceso relacionado con el motivo básico de pertenencia. También se relaciona este sesgo con procesos cognitivos, ya que a los logros propios se les presta más atención y son más accesibles mentalmente que los de otras personas. Esto explicaría que este sesgo o no aparezca o sea débil cuando la comparación se establece con personas a las que se conoce bien.
El sesgo de falsa singularidad no se muestra en cualquier característica. Las personas tendemos a vernos mejores que los demás en aquellas características que son socialmente valoradas.
El efecto denominado por Jean-Paul Codol (1975) conformidad superior del propio comportamiento o "efecto primus inter pares" permite integrar teóricamente los resultados relacionados con el sesgo de falso consenso y con el de falsa singularidad que, conceptualmente, pueden parecer contradictorios. Para este autor, la forma en que las personas se comparan con los demás depende de lo que es deseable o normativo en cada situación. En cualquier contexto, existen una serie de características o comportamientos que se consideran más adecuados. En ese sentido, se puede decir que esas características o conductas deseables son normativas.
Se da una tendencia en las personas a presentarse a sí mismas como más de acuerdo con esas normas deseables que el resto. No obstante, no se trata de un mecanismo de autoensalzamiento. Para Codol, se producen simultáneamente dos procesos que pueden parecer contradictorios. Por una parte, la persona tiende a la conformidad social. Es decir, a mostrarse de acuerdo con las características deseables y normativas de la situación, lo que la llevaría a asimilarse a lo que cree que piensa o hace la mayoría. Por otra parte, buscaría diferenciarse como individuo único. Ese dilema lo solventa la persona considerando que, en aquellos aspectos relacionados con lo normativo, es similar a los demás pero mejor. Es decir, es el mejor entre los iguales, o "primus inter pares".
La hipótesis de la conformidad superior del Yo sí implica que existe un proceso de comparación en el que la persona se ensalza en relación con los demás, que están en su misma situación, siendo más normativa que ellos. Por esa razón, según Codol, las respuestas que las personas dan sobre ellas y sobre otros están relacionadas. Debido a este proceso, se puede predecir que las características propias y las atribuidas a otras personas generalmente seguirán las misma dirección.
Sesgos defensivos del Yo y conductas de riesgo
La ilusión de invulnerabilidad puede propiciar que se lleven a cabo comportamientos arriesgados. Por otra parte, si pensamos que otras personas también actúan como nosotros (falso consenso) es más fácil que creamos que nuestra conducta es adecuada, ya que la evaluaríamos comparándola con lo que hacen las personas semejantes a nosotros.