Antecedentes filosóficos de la motivación
La psicología moderna, en parte, es fruto del pensamiento filosófico cuyo origen se remonta al principio de la humanidad.
Los filósofos griegos, Platón y Aristóteles, que han realizado importantes aportaciones, han tenido una gran transcendencia en el desarrollo de la psicología y en el estudio de la motivación.
Platón contrapuso el mundo de los sentidos (cuerpo) al mundo de las ideas (alma). Dio mucha importancia al alma dejando de lado al mundo de los sentidos, pues consideraba que la experiencia no es suficiente para explicar todo lo que conocemos del mundo. Aprender es acordarse del conocimiento poseído del alma en una vida anterior.
Por el contrario, Aristóteles se interesó por el mundo de los sentidos, defendiendo que el conocimiento provenía de nuestra experiencia, y que las ideas eran conceptos creados por nosotros.
En la razón, que está vacía antes de nacer (tábula rasa), se registran todos los conocimientos que proporciona la experiencia. Esta idea provocó en la psicología posterior la controversia: herencia- experiencia. Hoy se admite que la motivación es el resultado de una compleja combinación de herencia y de experiencia.
Para Aristóteles el alma es libre y existe en todos los seres (animismo). Se opone al determinismo.
La psicología rechazó esa idea y optó por el determinismo (= el alma no tiene libre albedrío, todas las conductas tienen una causa), aunque el animismo permaneció hasta el siglo XVII, cuando se empezó a creer que todos los organismos eran máquinas automáticas, con tendencias a la acción producidas por poderosas fuerzas internas, que actuaban como un motor (esta idea se llamó mecanicismo, y enseguida fue aceptada por los deterministas).
Descartes (1596-1659) estableció los principios de la filosofía moderna. El dualismo cartesiano estableció que la conducta humana es fruto de un alma libre y racional y, del resultado de los procesos automáticos irracionales del cuerpo. El hombre está impulsado por su propia alma (a través de la voluntad) y por el cuerpo (a través del instinto). Atacó al animismo (consideraba que sólo el hombre tiene alma) y defendió el mecanicismo. Avivó la famosa controversia herencia- experiencia.
Los empiristas ingleses (John Locke, 1632-1704) realizaron dos aportaciones: el interés por el estudio subjetivo de la experiencia sensorial (las ideas son unidades elementales de la mente) y del pensamiento asociacionista de las ideas (se pueden establecer asociaciones entre diferentes ideas.
Éstas pueden ser simples-unidades elementales que nacen de la experiencia y no se pueden analizar- o complejas, que se pueden descomponer en otras más simples). Así, el concepto de asociación fue el axioma fundamental de la psicología, al permitir establecer conexiones entre los contenidos mentales y la experiencia. En el estudio de la motivación, el concepto de asociación es importante ya que muchos motivos se aprenden de esta manera.
Para el constructivismo de Kant (1724-1804), todo conocimiento empieza en la experiencia pero no todo procede de la experiencia, puesto que las sensaciones que proceden del exterior han de ser ordenadas en el pensamiento. El hombre a través del conocimiento puede construir esquemas y modelos de la realidad en base a sus experiencias. Estableció tres categorías psicológicas: conocimiento (cognición), sentimiento (emoción) y conación (motivación).
A principios del siglo XIX, el positivismo (distinción entre la conducta animal y la humana; los primeros sólo son impulsados por el instinto; los segundos reflejan en su conducta tanto la experiencia como los instintos; sólo a través del análisis de lo particular a lo general se pueden establecer leyes generales y universales) pretendió legitimar el estudio científico del ser humano.
Antecedentes fisiológicos de la motivación
Las ideas actuales sobre la función de los mecanismos cerebrales de la motivación surgen de los descubrimientos fisiológicos sobre el funcionamiento del sistema nervioso.
El concepto de reflejo viene de la idea animista de que los “espíritus animales” procedentes de los órganos sensoriales se transmitían a través de una vía, y eran devueltos-o reflejados-a los músculos a través de otra vida.
Galeno (129-199) señaló la existencia de nervios sensoriales y nervios motores independientes.
Bell demostró que las fibras nerviosas de un nervio mixto penetraban por la parte posterior de la médula espinal, mientras que las fibras motoras salían por el lado anterior; este descubrimiento fue muy importante para la psicología.
Müller defendió que diferentes fibras nerviosas transmitían distintos tipos de información al organismo, a través de la ley sobre la energía específica de los nervios sensoriales.
La neurofisiología contemporánea refutó a Müller, y confirmó que el área de proyección cortical en que se descarga la correspondiente aferencia es el factor determinante de la sensación. Distintas áreas del cerebro manifiestan diferentes cualidades de un mismo estímulo.
Los descubrimientos de Galvani, sobre la naturaleza del impulso nervioso, posibilitaron estudiar la función del sistema nervioso aplicando métodos experimentales. Hoy, existen muchas técnicas de registro psicofisiológicas basadas en este descubrimiento.
Se inició el estudio científico sobre la estructura y funciones del cerebro, y se fortaleció las teorías sobre la motivación que defienden que la actividad del hipotálamo se relaciona directamente con los cambios en varios estados motivacionales.
La escuela fisiológica de la reflexología rusa centró su interés en el reflejo y en la conducta refleja.
Sechenov mantuvo que toda su actividad psíquica estaba iniciada siempre por estimulación externa y tenía un carácter reflexivo. Pavlov centró sus investigaciones sobre el estudio de los reflejos condicionados, descubriendo las respuestas condicionadas.
Antecedentes psicológicos de la motivación
Los primeros psicólogos interesados en el estudio de la motivación, como James, la llamaron “voluntad”. Distinguió entre voluntad y hábito. La voluntad implicaba elección, toma de decisiones y pensamiento, y proporcionaba la fuerza necesaria para iniciar, mantener, y modificar una determinada tendencia de conducta, dependiendo del resultado de la situación. Sus ideas anticiparon la importancia de los procesos cognitivos en comprender la motivación.
En América, la corriente funcionalista lo llamó ”impulso”: Woodworth lo utilizó como un proceso mecánico, con el propósito de enfatizar la importancia de la energía acumulada en el organismo para impulsar la conducta. En Europa, los psicoanalistas lo llamaron “pulsión”.
La psicología utilizó por primera vez el concepto de “motivación” en 1920, haciendo referencia a un hipotético evento interno que no se podía observar directamente, pero vinculado teórica y empíricamente a eventos externos observables.
McDougall lo llamó “instinto”, para referirse a las tendencias biológicas más cambiantes de la conducta, explicando incluso la conducta social humana.
Los conductistas al rechazar el instinto, asentaron las bases para analizar la contribución del aprendizaje a la motivación, e inspiraron el surgimiento de la motivación por ”incentivos”.
Durante la psicología cognitiva, el estudio de la motivación estuvo disminuido en favor del estudio de los procesos cognitivos. Hoy, la motivación es un tema importante y en su estudio se incluye multitud de aspectos neurofisiológicos, cognitivos, sociales y culturales.