Los dos hemisferios participan en el procesamiento de todas las funciones, aunque la eficacia con que cada uno lo hace es distinta. Esto sugiere que las principales diferencias funcionales que se dan entre los dos hemisferios no dependen del tipo de información que procesan, sino en que lo hacen de modo distinto.
Aspectos globales y locales: Sergent con la tarea de Navon en pacientes con cerebro dividido encontró que el hemisferio derecho realizaba mejor la tarea, con menores tiempos de reacción en la identificación de estímulos-diana globales que locales, y como era de esperar encontró el patrón opuesto en el hemisferio izquierdo. Esto ilustra que incluso en el caso extremo de cerebro dividido los dos hemisferios pueden realizar las dos tareas correctamente, diferenciándose únicamente en la eficacia mostrada por cada uno. Para intentar explicar estas diferencias postuló la hipótesis de la frecuencia espacial: El hemisferio izquierdo está más capacitado para filtrar y representar las frecuencias espaciales altas que dan alta definición a las imágenes y permiten detectar los detalles; y el hemisferio derecho lo estaría para las frecuencias bajas, que reducen la definición de las imágenes y permiten percibir las formas generales pero no los detalles. Los resultados experimentales apoyan esta hipótesis en unos casos y en otros no.
Relaciones espaciales: Distingue entre representaciones basadas en categorías y basadas en coordenadas. El hemisferio izquierdo está especializado en representar la información espacial según categorías abstractas asociadas a conceptos lingüísticos según su posición relativa respecto a algún punto de referencia y el hemisferio derecho según coordenadas espaciales (localización precisa en términos concretos según su posición y distancia con respecto a otros).
Representaciones en la memoria: También se ha aplicado la distinción entre representaciones basadas en categorías y en coordenadas Laeng (1994) ha propuesto que en el hemisferio izquierdo las representaciones se realizan en términos abstractos basados en categorías semánticas (perro, gato), y en el hemisferio derecho en las características individuales que permiten distinguir a distintos miembros dentro de una categoría (dogo, galgo, perro de un amigo). Los estudios de lateralización hemisférica sugieren que estas dos formas de representaciones en la memoria pueden coexistir.
Organización modular: Gazzaniga (1995) a partir de trabajos en pacientes con cerebro dividido, expresa su ”hipótesis del cerebro intérprete” en la que considera que el cerebro tiene una organización modular, compuesta de muchos sistemas que pueden producir cambios emocionales, actividades cognitivas y respuestas de un modo autónomo. Siendo el hemisferio izquierdo el que actúa de cerebro intérprete para explicar los acontecimientos internos y externos, estableciendo relaciones causales que le den orden y coherencia a la experiencia. Así otorga al hemisferio izquierdo un papel central en nuestra experiencia consciente. Se basa en algunos hallazgos sorprendentes: cuando se le presentan escenas emocionales al hemisferio derecho, el hemisferio izquierdo siente también la emoción correspondiente y aunque no sabe a qué se debe cuando se le pregunta por ello da una explicación coherente pero que no se relaciona con la causa real. Esto demuestra que, en estos pacientes, los estados emocionales se transmiten subcorticalmente y los comparten los dos hemisferios, aunque el hemisferio izquierdo desconozca que los provoca. Una prueba más, en la tarea de cálculo de probabilidades, el hemisferio izquierdo trata de calcular las distintas probabilidades de los estímulos y ajustar sus respuestas a ese cálculo, mientras que el hemisferio derecho lo resuelve de un modo más simple, maximizando las respuestas y respondiendo siempre al estímulo de mayor probabilidad.