Mary Ainsworth clasifica los tipos de apego en función del grado de confianza que el niño deposita en la figura de apego.
Ainsworth y sus colaboradores diseñaron un procedimiento de observación, conocido como situación extraña para evaluar el grado de seguridad que el niño deposita en la madre. En este procedimiento se juega con los dos motivos antagónicos: la búsqueda de protección y la necesidad de exploración del medio.
La prueba de la situación extraña consta de ocho episodios, de unos tres minutos de duración, en los que madre e hijo son observados en diferentes situaciones.
Apego seguro: cuando se alegran de la proximidad de la madre y recuperan con facilidad la tranquilidad cuando ella regresa.
Apego inseguro. Consta de dos tipo:
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Apego evasivo o evitador: no muestran ansiedad ante la salida de la madre y tampoco tienden a saludarla a su regreso.
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Apego resistente o ambivalente: alto grado de ansiedad incluso en compañía de la madre.
Maison y Solomon (1986, 1990) describen un cuarto tipo de apego:
Apego desorganizado o desorientado: conducta difícil de describir. Comportamiento inestable y contradictorio. Este patrón atípico lo suelen presentar niños que han sufrido algún tipo de maltrato. Este apego parece ser el mas dañino y el que presenta graves consecuencias en el futuro.
No obstante, el significado de los diferentes tipos de apego y sus consecuencias psicológicas son producto de continua investigación.
Chisholm (1996) puntualiza que todos los tipos de apego podrían interpretarse como respuestas adaptativas. Esto quiere decir que según la situación los apegos resistentes o evitantes podrían ser los más adaptativos.
Finalmente decir que los tipos de apego guardan relación con las diferentes culturas.
Por ejemplo, los bebés de sociedades tradicionales (asiáticos ) suelen tener apego seguro, mientras que los bebés de sociedades occidentales suelen tener apegos evitadores, producto del macrosistema.