Baumeister y Leary (1995) propusieron que, así como respirar o alimentarse son necesidades básicas para el ser humano, también lo es el hecho de establecer y mantener al menos un mínimo de relaciones interpersonales que sean duraderas, positivas y significativas. A esta necesidad la llamaron «la necesidad de pertenencia» (the need to belong, en inglés). Susan Fiske (2002, 2004) también señala la pertenencia como uno de los motivos sociales universales.
La pertenencia sería una necesidad básica para el ser humano ya que cumple todos los requisitos que definen una necesidad de este tipo, que, según los autores, serían los siguientes:
- se puede sentir en todos los ámbitos de la vida de la persona;
- tiene consecuencias afectivas-emocionales;
- dirige el procesamiento cognitivo;
- si no se satisface, aparecen graves efectos negativos para la salud y/o para el bienestar psicológico;
- motiva comportamientos concretos dirigidos a satisfacer la necesidad;
- la tienen todas las personas, sin importar la cultura, la edad, etc.;
- no se deriva de otros motivos o necesidades de orden superior;
- afecta a una amplia variedad de comportamientos;
- tiene implicaciones que van más allá del funcionamiento psicológico inmediato del individuo, observables en el desarrollo económico y social del ser humano a lo largo de su historia.
Siendo la pertenencia una necesidad tan esencial, la exclusión social se torna una grave amenaza para cualquier persona. Sobre esta idea básica, y con el fin de profundizar en las consecuencias de la exclusión para el yo, se plantearon la serie de experimentos que vamos a continuación.