Los términos lóbulos frontales y funciones ejecutivas no son sinónimos. Aun así, existen numerosas evidencias a favor de la participación de los lóbulos frontales en las funciones ejecutivas. De estos trabajos se deduce que la corteza prefrontal desempeña el papel central de establecer fines y objetivos y de concebir los planes de acción necesarios para alcanzarlos. Selecciona las habilidades cognitivas necesarias para implementar los planes, coordina dichas habilidades y las aplica en el orden correcto. También es responsable de evaluar el éxito o el fracaso de nuestras acciones en relación con nuestras intenciones. Los lóbulos frontales permiten crear modelos neurales de cosas como prerrequisito para hacer que existan. Liberan al organismo de repertorios y reacciones fijas, que permite la representación mental de alternativas e imaginación.
Es posible dividir las cortezas prefrontales en tres regiones: corteza prefrontal dorsolateral, medial y orbital (o ventral). Es quizás la región del cerebro mejor conectada, estando directamente interconectada con cada unidad funcional bien diferenciada del cerebro. Sin embargo, el correcto funcionamiento de las funciones ejecutivas no depende exclusivamente de la corteza prefrontal, sino también de la madurez e integridad de otras regiones cerebrales (corticales y subcorticales) y su correcta interacción.