Las emociones son estados internos del organismo que regulan su interacción con el medio, produciendo tendencias conductuales básicas de aproximación o evitación. Uno de sus problemas es su multidimensionalidad, ya que incluye distintos componentes difíciles de integrar. Los principales componentes son: las respuestas fisiológicas que caracterizan a las emociones y la experiencia subjetiva de la emoción.
Por una parte, la “corporalidad” se refiere a que las emociones se acompañan de reacciones fisiológicas automáticas del sistema nervioso autónomo y endocrino, produciendo cambios en el estado interno del cuerpo que afectan a todo el organismo. Por otro lado, las emociones son estados eminentemente subjetivos que producen sentimientos. Este carácter dual ha sido motivo de un debate histórico vigente hasta la actualidad, con la famosa polémica entre:
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las teorías periféricas de la emoción representada por James-Lange, enfatizando el papel predominante de las reacciones periféricas de la emoción, postulando que éstas se producían primero automáticamente y después tenía lugar la experiencia subjetiva.
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las teorías centrales, representadas por Cannon-Bard. que aseguraba que las reacciones periféricas automáticas responsables de la respuesta emocional y el procesamiento cerebral responsable de la experiencia emocional, constituyen dos mecanismos complementarios de la emoción que se producen simultáneamente. Parece claro que, estos dos componentes de la emoción, las reacciones fisiológicas y la experiencia emocional, están relacionados pero son diferentes, pues dependen de estructuras cerebrales distintas.
La investigación actual ha hecho que la polémica de los 80 sobre si el procesamiento emocional implica o no evaluación cognitiva se disuelva, mostrando que la clave está en la distinción entre procesos emocionales conscientes e inconscientes. La amígdala realiza un análisis rápido del significado emocional de los estímulos que se dan fuera de la consciencia y desencadena la serie de respuestas automáticas que se liberan en la emoción, mientras que la corteza cerebral lleva a cabo una evaluación cognitiva de la situación, que produce experiencias emocionales conscientes.
Actualmente se está volviendo a dirigir la atención hacia el papel preeminente que las respuestas fisiológicas tienen en la emoción. Sobre esto se asienta el Marcador somático de Damasio donde postula que las emociones son representaciones del estado del organismo del momento (homeostasis) construidas a partir del conjunto de respuestas fisiológicas específicas liberadas por ciertos sistemas cerebrales ante estímulos que tienen un alto valor para el individuo. La teoría destaca el papel central que juegan las emociones en la vida diaria y la influencia que ejercen en funciones tradicionalmente consideradas estrictamente cognitivas, como la toma de decisiones sociales.
Otro aspecto importante es la identificación de los estados emocionales básicos o emociones primarias. Se acepta la clasificación de Ekman (1971) en la que identifica seis expresiones básicas, innatas, primarias: Alegría, tristeza, rabia, asco, sorpresa y miedo. Junto a estas, se desarrollan una serie de emociones consideradas secundarias que dependen más de factores sociales y culturales, como la vergüenza, los celos y la culpa. En función de la valencia, las emociones se clasifican en positivas (alegría, felicidad) y negativas (miedo, asco, rabia, tristeza); en función del arousal, según la intensidad (alta o baja) de la activación automática que produce y en función de la tendencia de respuesta, tenemos las de aproximación (asociadas a valencia positiva) y las de retirada (valencia negativa).