La percepción es la capacidad que nos permite conocer el mundo externo e interno. El cerebro no es un mero receptor e interpretador de estímulos, sino que es capaz de transformar esa información. Los sistemas senso-perceptivos que permiten esta función son independientes tanto funcional como anatómicamente, pero tienen una estructura similar.
Todos los sistemas perceptivos captan la información del exterior a través de receptores sensoriales. Los receptores de cada modalidad son sensibles a una forma de energía física que es transformada a potenciales de acción (transducción sensorial), y después transmitido a células de segundo orden, donde se inician los nervios que transmiten esa información. Todos los sistemas sensoriales, excepto el olfato, establecen sinapsis en distintos núcleos talámicos y de ahí a la corteza primaria y después a la asociativa, donde el procesamiento es amodal. Este proceso sigue un recorrido serial o jerárquico que implica un recorrido funcional (de la sensación a la percepción) y neuroanatómico (de la periferia a la corteza). Además también procesan la información en paralelo.