A través de las actitudes, los movimientos, los gestos y la mímica, se expresa el estado de ánimo, emociones, deseos, sentimientos, etc. por lo que resulta difícil considerar el componente motor aislado de otros componentes más emocionales. La psicomotricidad refleja la actuación del hombre en interacción con experiencias afectivas y cognitivas.
Incluye dos elementos. El tono muscular, cuya evolución se produce a lo largo de la vida, si bien es en los primeros meses cuando adquiere mayor relevancia. La armonía cinética, que permite el encadenamiento de cada uno de los momentos gestuales o motores en el tiempo y el espacio.
La relación entre la psicomotricidad y la psicopatología incluye dos dimensiones fundamentales:
-
La expresividad: (comunicabilidad) Está configurada por factores psicosocioculturales. Se transmite a través de “símbolos” (cambios posturales, por ejemplo, frotar la cara, arquear las cejas, etc.).
-
La estructuralidad: (determinación estructural nerviosa del movimiento). Está configurada por factores del índole neurofisiológica y se transmite a través de “signos”.
Desde el punto de vista psicopatológico, los trastornos de la psicomotricidad corresponden a anomalías en una dimensión u otra, en la relación entre ambas.
Es frecuente la aparición de síntomas motores asociados a los síntomas psiquiátricos. Dado que éstos pueden partir de una base neuropatológica común, resulta conveniente llevar a cabo, antes de la evaluación de la psicomotricidad, una exploración neurológica que aporte la información relevante suficiente para poder descartar o diagnosticar un trastorno neurológico motor.
La evaluación deberá recoger datos sobre tres aspectos:
-
La expresión facial, que en la entrevista clínica es el elemento por el que se transmiten diferentes dimensiones vivenciales (afectividad, empatía, seguridad, etc.). Como método objetivo para esta evaluación destacan el sistema de codificación de la actividad facial y la monitorización electromiográfia (especialmente en depresivos).
-
Las características del habla, que ofrecen por sí mismas información general acerca del estado psicomotor. Así, en la clínica se analizan parámetros tales como el volumen, el ritmo y la velocidad del habla espontánea, la duración de las frases, la proporción de parte hablada y silencios, etc., que pueden ser evaluados tanto subjetiva como objetivamente.
-
La motórica general, que comprende la evaluación de una amplia gama de movimientos, tanto espontáneos como ejecutados tras órdenes y que incluyen posturas, hábitos, etc. Los distintos parámetros se analizan por separado.
Conviene no olvidar la necesidad de determinar la frecuencia de los síntomas, de precisar los factores o situaciones que precipitan los factores o situaciones que precipitan o aumentan las manifestaciones y signos psicomotores, así como de describir la evolución que estos siguen.