Las hipermimias
Consisten en la expresión exagerada o exaltada de la mímica.
Hipermimias generalizadas: en las que participan todos los músculos faciales y la mirada no se fija, sino que se halla distraída o al acecho. Las implicaciones afectivas son diferentes en cada cuadro psicopatológico: de juego y euforia en la manía, de auténtico pánico en los estados oníricos y de histrionismo en la histeria, con una mirada hiperexpresiva, provocadora y agresiva.
Hipermimias polarizadas: que expresan, al contrario que las generalizadas, un estado afectivo monotemático.
Así, por ejemplo, la angustia y el miedo se traduce en crispaciones de la cara y mirada trágica.
Las hipomimias
Las hipomimias y las amimias oscilan desde la escasez de movimientos hasta la inmovilidad completa. La mirada está fija, detenida en un objeto o en el vacío. Aunque queda expresividad en la cara, la fisonomía expresa:
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Sufrimiento, dolor e inhibición en la depresión.
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Perplejidad y extravío en los estados confusionales.
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Negativismo y oposicionismo con rechazo de contacto en la esquizofrenia.
Se observan hipomimias en la demencia y el retraso mental profundo, expresando la afectación global y profunda de las actividades psíquicas.
Las dismimias
Reflejan una contradicción entre la expresión facial y gestual y los contenidos psicoafectivos. Pueden ser:
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Paramimias o mímicas discordantes: Suponen una discordancia entre la expresión verbal y la expresión facial y que se observan especialmente en la esquizofrenia. En este caso, la mímica se traduce en sonrisas o risas inmotivadas, extrañas, que a veces se asocian a un trastorno paracinético.
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Mimias reflejas o ficticias: Reproducen, al instante, guiños o movimientos de la boca del observador en forma de espejo. Se observa en el retraso mental, en la histeria, en los simuladores y, en menor medida en la esquizofrenia.