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La psicosomática tradicional, sobre todo la de corte psicoanalítico, se ajustaba a los 7 tipos de trastornos psicosomáticos establecidos por Alexander. Más recientemente, el DSM-II amplió hasta 9 trastornos psicofisiológicos.

El DSM-II incluía un grupo de trastornos psicofisiológicos definidos en base a la presencia de síntomas físicos asociados a un solo sistema somatofisiológicos y causados por factores emocionales. Los síntomas orgánicos implicados normalmente tenían una fuerte vinculación con el SNA. Un criterio de diagnóstico central (DSM-II) era la presencia de causas emocionales tanto en el inicio como en el mantenimiento del trastorno. Las inadecuaciones del DSM-II fueron que, por una parte, no resultaba apropiado diagnosticar un trastorno siguiendo un criterio de causación lineal (las causas son múltiples e interrelacionadas). Por otra, resultaba difícil diferenciar un trastorno psicofisiológico de una histeria de conversión.

El DSM-III suprime este grupo de trastornos y asume las ideas bio-psico-sociales, es decir, que cualquier trastorno orgánico puede ser psicosomático al introducir la categoría Factores psicológicos que afectan a la condición física. Esta categoría puede ser aplicada a cualquier condición física en la cual se considere que los factores psicológicos contribuyen de manera importante. Por tanto, no define una categoría de trastornos registrables en el Eje I.

El DSM-IV sigue con la misma denominación. Bajo el nombre de Factores psicológicos que afectan a la condición médica hace referencia a posibles factores psicológicos o conductuales específicos que afectan a alguna condición médica general. Es decir, en primer término debe existir una condición médica general que se codifica en el Eje III. El DSM-IV emplea el término “condición médica general” como un término de conveniencia para referirse a las condiciones y trastornos que se registran en la CIE-9MC.

La separación entre trastorno mental (eje I) y condición médica general (eje III) no significa que exista una distinción fundamental entre ambos. El DSM-IV establece que los factores psicológicos pueden afectar a una condición médica a través de las siguientes vías:

  • Alterando el curso de la enfermedad.

  • Interfiriendo con el tratamiento.

  • Constituyendo un factor de riesgo adicional.

  • Precipitando o exacerbando los síntomas a través de respuestas fisiológicas asociadas al estrés.

También establece los 6 tipos de factores psicológicos que pueden influir:

  1. Trastornos mentales: correspondiente al eje I (depresión) o al eje II (trastorno de la personalidad).

  2. Síntomas psicológicos: síntomas que sin constituir un trastorno, afectan el curso o tratamiento de la condición médica general.

  3. Rasgos de personalidad o estilos de afrontamiento: el rasgo de hostilidad facilita la cardiopatía isquémica. Un estilo represor puede retrasar la realización de una intervención quirúrgica.

  4. Conductas desadaptativas relacionadas con la salud: consumo de sustancias, sedentarismo, comer en exceso…

  5. Respuestas fisiológicas asociadas al estrés.

  6. Otros factores no especificados: factores demográficos, culturales o interpersonales.

Puesto que una condición médica general implica normalmente la existencia de una patología orgánica demostrable, no debe confundirse con los trastornos somatoformes, que se caracterizan por la presencia de factores psicológicos y síntomas físicos pero no existe una condición médica general a partir de la cual puedan explicarse completamente tales síntomas físicos.

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