En el ámbito de la Psicología de la Emoción, el progreso hacia el conocimiento de la naturaleza de los procesos y mecanismos implicados en lo que llamamos afectos, estados de ánimo y emociones, ha estado determinado por el refinamiento de las técnicas y métodos de investigación utilizados y por la elaboración de marcos teóricos de referencia cada vez más integradores, versátiles y polivalentes. Este cambio ha sido posible por los avances no sólo en el conocimiento de los procesos afectivos, sino también en otros ámbitos de estudio de la psicología como la atención, la memoria, el aprendizaje, etc., y en otras disciplinas como la Sociología, la Antropología, la Filosofía, la Psicobiología y las Neurociencias.
1.1. Datos de emoción y emoción como constructo
¿Cómo sabemos que estamos experimentando una emoción? ¿Cómo se dan cuenta los demás que estamos reaccionando afectivamente en una determinada situación? Los datos que solemos utilizar para afirmar que estamos experimentando una emoción o que la siente otra persona serían de tipo subjetivo-fenomenológico, fisiológico y expresivo-motor.
Debemos asumir que disponemos de diferentes datos a partir de los cuales suponemos que otra persona siente una emoción, pero ninguno de ellos por sí solo es un índice inequívoco de que tal emoción está siendo experimentada. Las emociones no se pueden observar directamente, sólo se infieren a partir de los datos de emoción ¿Hemos visto alguna vez la alegría, la tristeza, la ira? Realmente, sólo observamos alguien que sonríe o llora o grita, pero no vemos estas emociones. Asumimos que otra persona las siente cuando se encuentra en una situación en la que acontece algo particular, y en la que vemos que se muestra de un modo determinado. Desde pequeños hemos aprendido a relacionar algunos sentimientos distintivos con algunos acontecimientos y apariencias, tenemos buenas destrezas de empatía y solemos realizar inferencias adecuadas respecto a lo que siente la otra persona.
En relación a la diferenciación entre datos de emoción y emoción como constructo, Arne Öhman afirma que cualquier emoción acontece en una determinada situación y puede ir asociada a cambios fisiológicos, expresivo-motores y subjetivos. Tanto la situación como las medidas de estos tres sistemas de respuesta pueden observarse empíricamente, sin embargo, la emoción sólo puede inferirse a partir de la información proporcionada por los datos de esos tres sistemas de respuesta. Por otro lado, Peter Lang argumentó que los tres sistemas de respuesta emocionales son independientes y no covarían entre sí necesariamente. Sus relaciones son complejas y dependen a veces de características intra-individuales, otras de variaciones inter-individuales y otras de las peculiaridades del contexto.
Otro aspecto sobre el que nos llama la atención Öhman es la confusión entre procesos de emoción y la emoción como algo consciente. Algunos teóricos, los que asumen que el sentimiento subjetivo es una condición necesaria para que se produzca la emoción, no aceptan la posibilidad de que puedan existir procesos no conscientes que sean inaccesibles a conciencia y que puedan mediar el fenómeno emocional. Sin embargo, la literatura actual ha puesto de manifiesto que los automatismos son habituales en los momentos iniciales del lanzamiento de una reacción afectiva, aunque, efectivamente, en etapas más tardías, la información afectiva se elabora adicionalmente y de modo más completo, implicando a zonas cerebrales asociadas habitualmente al procesamiento de tipo reflexivo e intencional.
RECUERDA
Conviene diferenciar entre datos de emoción y emoción como constructo. Los estados emocionales se infieren a partir de datos fisiológicos, expresivo-motores y subjetivos.
No es extraño que los datos de los tres sistemas de respuesta emocionales no covaríen estrechamente. Se trata de sistemas de respuestas independientes.
Es importante distinguir entre emoción como producto, o estado consciente, y emoción como proceso. El estado emocional es el resultado de numerosos procesos, que en muchos casos tienen lugar en modo de procesamiento no consciente.
1.2. Afectos, estados de ánimo y emociones
A veces, en el estudio de la emoción han surgido polémicas entre investigadores como consecuencia de la falta de rigor en el uso de algunos términos. Algunos teóricos han sido conscientes de este problema y han sugerido algunas distinciones metodológicas entre los términos afecto, estado de ánimo y emoción.
El término afecto quizás debamos usarlo, como sugieren algunos teóricos, para referirnos a cualquier experiencia que incluya un componente evaluativo: doloroso/placentero, atractivo/repulsivo, agradable/desagradable, bueno/malo, estimulante/deprimente, etc. Sería un vocablo genérico. Las sensaciones de dolor/placer, los deseos, las emociones y sentimientos serían, por tanto, experiencias afectivas y vivencias evaluadoras. La diferencia entre estado de ánimo y emoción se establece a partir del perfil que ofrezcan las dimensiones de diferenciación, intensidad y duración. Una emoción sería un estado mental o un proceso usualmente generado por un evento externo. Tiene un inicio definido, aumenta hasta uno o más picos intensidad y declina. Su intensidad se puede medir conductual, fisiológicamente o mediante auto-informe verbal. Su duración es reducida, aunque puede oscilar desde segundos hasta minutos u horas. En relación con los estados de ánimo, es difícil establecer un inicio o fin claro, su intensidad suele ser más reducida y su duración más prolongada. Habitualmente, se argumenta que factores como el sueño, la alimentación, el cansancio, los cambios de estación climatológica, los cambios en los ciclos hormonales y las consecuencias de las propias emociones intensas o de una enfermedad median los estados de ánimo, pero la manera específica en que lo hacen no es muy precisa.
Fenómenos emocionales según su curso temporal (Oatley y Jenkins):
- Expresiones faciales ⇒ Segundos - Minutos
- Cambios faciales ⇒ Segundos - Minutos
- Emociones auto-informadas ⇒ Minutos - Horas
- Estados de ánimo ⇒ Horas – Días - Semanas
- Trastornos emocionales ⇒ Semanas – Meses - Años
- Rasgos de personalidad ⇒ Años – Toda la vida
Desde una perspectiva funcional, también se han establecido diferencias entre estados de ánimo y emociones. Suele argumentarse que estas últimas reordenan las prioridades del objetivo, preparan para la acción y cambian el flujo de procesamiento (por ejemplo, el miedo interrumpe la acción que se está realizando, prepara para la lucha o para la huída y dirige la atención hacia las señales de peligro del ambiente), mientras que los estados de ánimo mantienen una preparación distintiva que continúa a pesar de los eventos perturbadores (por ejemplo, la irritabilidad permite mantener una disposición para reaccionar airadamente). Posiblemente, estas distinciones estén relacionadas con el hecho de que las emociones requieren la activación de redes semánticas y/o esquemas afectivos elaborados, mientras que los estados de ánimo probablemente se apoyan en estructuras de información globales e indiferenciadas.
AFECTO, EMOCIONES Y ESTADOS DE ÁNIMO
El afecto es un término genérico que describe cualquier experiencia evaluativa. Las sensaciones de dolor y placer, los deseos y las emociones y sentimientos son tipos de afectos.
Las emociones suelen ser desencadenadas por acontecimientos y circunstancias particulares, se distinguen por su elevada intensidad, y tienen una duración más bien reducida.
Los estados de ánimo no suelen tener un inicio y final delimitado y son duraderos, aunque su intensidad es más bien reducida.