El proceso tiene su inicio en la percepción de cambios en la situación externa o interna del sujeto, que son procesados por un primer filtro de evaluación valorativa.
Como consecuencia de este procesamiento, tiene lugar la reacción afectiva o activación de respuesta prototípica la cual se compone de una experiencia subjetiva, una expresión corporal, una tendencia a la acción y unos cambios fisiológicos, que son los responsables de dar el soporte físico a todas las actividades anteriores.
Sin embargo, las manifestaciones externas de la emoción son fruto de un segundo procesamiento o filtro que tamiza las mismas. Así, la culturización y el aprendizaje hacen que las manifestaciones emocionales se vean sensiblemente modificadas. De esta manera, las experiencias subjetivas que recogemos mediante técnicas de autoinforme están moduladas y/o distorsionadas llegando a ampliar, reducir o incluso negar las mismas. Y lo mismo ocurre con lo que observamos mediante técnicas de observación de la comunicación no verbal, la observación de la conducta manifiesta o, incluso, en los registros de las respuestas fisiológicas.