La metodología observacional, que se desarrolla en contextos naturales o habituales, consiste en un procedimiento científico que pone de manifiesto la ocurrencia de conductas perceptibles, para proceder a su registro organizado y su análisis cualitativo y cuantitativo, mediante un instrumento adecuado y parámetros convenientes, posibilitando la detección de las relaciones de diverso orden existentes entre ellas y evaluándolas.
Son muchas las situaciones en las que la metodología observacional es la más adecuada o la única posible, como la evaluación de programas de baja intervención. Pero resulta interesante también en la evaluación de interacciones diversas, en la evaluación de la competencia social, repertorio conductual, análisis del movimiento en diversas actividades, pautas de socialización....
La observación de las situaciones, actividades, episodios y contextos requiere ajustarse a unos poco requisitos para poderse materializar, y los diferenciaremos en sus dos vertientes: sustantiva y metodológica.
Vertiente sustantiva
La primera decisión a adoptar consistirá en la delimitación temática del comportamiento perceptible del individuo o situación a evaluar, y a los que afectarán tres únicas restricciones:
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Carácter perceptible, sea de forma total o parcial. Abogamos por la consideración de conductas manifiestas del sujeto/s observado/s y que ofrecen una mayor garantía en su acotación. Esta perceptividad marca un límite a las grandes posibilidades de la metodología observacional, dado que no toda operación perteneciente a la esfera cognitiva del individuo en sí misma no es perceptible, pero sí lo son los niveles de respuesta gestual, postural, de desplazamiento, intercambios de mirada, conducta verbal, conducta manipulativa..., que le acompañan.
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Integración de la vida cotidiana y del entorno natural del sujeto a evaluar.
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Relación interactiva con el contorno. Cualquier conducta requiere de un referente que tiene en cuenta el entorno en alguna de sus múltiples acepciones, y que aquí entenderemos como un conjunto molar compuesto por los lugares definidos en el espacio en que trascurren diferentes actividades.
Vertiente procedimental o metodológica
De dicha vertiente derivan las principales características que conforman el perfil básico de la metodología observacional:
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Preferencias por el carácter idiográfico del estudio. Las posibilidades de la metodología observacional se incrementan cuando se observa un individuo, que es la posición clásica, pero también cuando se hace uso de dos nuevas acepciones del concepto idiográfico: un pequeño grupo que actúan como unidad, y por otro lado, cuando solamente se observan conductas pertenecientes a un solo nivel de respuesta, tanto si corresponden a un solo sujeto, como al mencionado grupo de individuos que actúan como una unidad.
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Posibilidad de un cierto seguimiento temporal, que va más allá de una mera ocurrencia casual o esporádica de determinadas conductas.
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Ausencia de instrumento estándar. El carácter espontáneo de las conductas que se estudian y el carácter habitual del contexto imposibilitan la existencia previa de unos instrumentos encorsetados y estándar, que obligarían a limitar el carácter natural de las conductas producidas. Así deben construirse ad hoc en cada caso, aunque en su elaboración contemos con otros instrumentos ya elaborados.