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Siguiendo el planteamiento de Geschwind, las estructuras cerebrales encargadas de la función lingüística se sitúan normalmente en el hemisferio izquierdo a lo largo de la Cisura de Silvio extendiéndose hasta la Cisura de Rolando y al pie de la tercera circunvolución frontal.

En el lóbulo frontal, en concreto la terminación anterior del giro frontal se encuentra el área de Broca, encargada de la formulación y programación verbal, es decir de la codificación de la palabra. En la Cisura de Rolando, zona frontal se sitúa el área motora primaria responsable de los movimientos relacionados con el habla. En el área 9, parte posterior del giro frontal, estaría el control motor en la escritura.

En el lóbulo temporal, el giro temporal superior (giro de Heschl) recibe la estimulación auditiva. Junto con el parietal, desde la circunvolución temporal superior hasta el giro angular, y la circunvolución supramarginal tiene a su cargo el reconocimiento fonológico, sintáctico y léxico y de procesamiento de símbolos escritos. Esta zona está conectada  través del fascículo arqueado con el área de Broca y permite la repetición de estímulos auditivos.

En el lóbulo parietal se encuentran las áreas encargadas de proporcionar retroalimentación de las zonas que intervienen en el habla y en la audición.

El lóbulo occipital están las zonas del procesamiento visual en la lectura.

Componentes subcorticales en la actividad lingüística

El tálamo, especialmente el área pulvinar y el núcleo lateral posterior izquierdo, son los principales coordinadores de toda la actividad verbal cortical. Desarrollaría en “tono menor” funciones análogas al área cortical a la que están unidas. El núcleo ventrolateral, en estrecha colaboración con el núcleo lateral de la base y particularmente con el pálido, participarían en la regulación del ritmo en la emisión verbal.

Lenguaje y hemisferio derecho

Está demostrado que el lenguaje no es solo función del hemisferio izquierdo como antes se creía, denominándolo “dominante”,  el hemisferio derecho puede desarrollar alguna capacidad verbal por sí sólo, aunque muy simple y automática. En concreto permite la emisión involuntaria de breves expresiones estereotipadas, siendo estas normalmente de carácter emocional y además se ha observado que puede comprender órdenes verbales cortas y previsibles en base al contexto en que se realizaba la comunicación. En líneas generales participa más en tareas de comprensión que de expresión, se centra en palabras (sustantivos más que en verbos), y procesa más aspectos concretos que abstractos.

Funcionamiento cerebral y lenguaje

Modelo de Wercnike-Lichteim (1885). Los dos centros principales del lenguaje serían el centro M, donde se encontrarían el habla o la representación motora y el centro A, que se encargaría de las imágenes auditivas de las palabras. Anatómicamente se corresponden, al área de Broca, en la tercera circunvolución frontal y al área de Wernicke, en el giro temporal superior. Están conectados por el fascículo arqueado cuya lesión ocasionaría la  “afasia de conducción”. Otro de los centros principales es el centro B denominado de los conceptos, inicialmente no se sitúa en ninguna estructura general concreta, estaría conectado con el centro M y el centro A y su desconexión ocasionaría afasia transcortical motora entre el centro M y B y afasia transcortical sensorial si se produce entre A y B.

Modelo de Geschwind (1965). Basado en el anterior pero más empírico. El funcionamiento cerebral implicaría el área de Broca, (producción del habla), que conecta con el área de Wernicke (compresión del lenguaje). Ambas zonas están conectadas a través del fascículo arqueado, que se encargaría de trasmitir la información desde el área de Wernicke hasta el área de Broca. Además se incluye otra zona de conexión, el giro angular que transmitiría la información desde las áreas de procesamiento visual a la zona de Wernicke. Así transcurriría el procesamiento cerebral: oímos una palabra, y desde la corteza auditiva primaria pasaría la información hasta el área de Wernicke, donde se comprendería. Si queremos repetirla, pasaría la información a través del fascículo arqueado desde este área a la de Broca, donde se crea la forma sonora de las palabras, y de aquí pasaría al área motora primaria que controla el movimiento de los músculos orofonatorios. Si se lee una palabra la información llega desde las áreas visuales y de aquí al giro angular que la transmitiría al área de Wernicke, siguiendo como ya se ha descrito.

Modelo de Mesulam (1990). Basado en datos recogidos de investigaciones con estimulación eléctrica, plantea que el lenguaje está sustentado por una red neural compleja, donde los centros principales son: el área de Broca: que además de la producción del habla también se encargaría de la sintaxis; y el área de Wernicke que además de la compresión del lenguaje, estaría relacionada con la selección de las palabras. Por tanto ambas están involucradas en las mismas funciones pero con distintos pesos. Estos dos centros los localiza en áreas cerebrales más amplias que las propuestas anteriormente.

Modelo de Damasio y Damasio (1992). Modelo de funcionamiento general del cerebro con sistemas interactivos e interrelacionados. El primer sistema, llamado “sistema de conceptos” es de interacción general del individuo con su entorno y permite percibir planificar, recordar y asociar objetos y conceptos, su representación anatómica es bilateral, en concreto, en áreas asociativas sensoriales y áreas motoras, que incluye también el sistema límbico y el hipocampo. El segundo es el “sistema lingüístico” cuya misión es el procesamiento del lenguaje, en el que están incluidas representaciones fonémicas y reglas sintácticas. Y el “sistema intermedio” que se encargaría de conectar los dos sistemas anteriores, es decir, de enlazar los conceptos generales con sus correspondencias lingüísticas.

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