Existen cinco criterios para establecer la utilidad clínica y de investigación de los métodos de neuroimagen funcional para el estudio del lenguaje:
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La especificidad funcional: capacidad de demostrar los perfiles de activación específicos de la tarea y de la función. Procesos cognitivos diferentes deben demostrar diferentes perfiles de actividad cerebral.
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La fiabilidad intra-individual de los perfiles de activación es el segundo criterio, así si se registra a un sujeto la actividad en diferentes días para la misma tarea los parámetros de activación deben ser similares, además los perfiles deben ser reproductibles en diferentes sujetos normales.
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La validez externa. Está demostrada la validez de los tres métodos de neuroimagen (Tomografía por emisión de positrones, resonancia magnética funcional y magnetoencefalografía) con el test de amobarbital sódico;
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La resolución espacial y temporal: la resonancia magnética funcional y la magnetoencefalografía tienen buena resolución espacial cortical pero no la Tomografía por emisión de positrones. Sin embargo la Tomografía por emisión de positrones y el resonancia magnética funcional ofrecen mejor resolución subcortical que la magnetoencefalografía. Sin embargo la magnetoencefalografía es particularmente ventajosa temporalmente hablando, con resolución de ms.
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La facilidad logística de los protocolos cognitivos: el carácter invasido de la técnica, la viabilidad para obtener perfiles de activación en pacientes neurológicos adultos y pediátricos, y la duración del tiempo que se requiere para registrar un protocolo típico de lenguaje. La Tomografía por emisión de positrones es la técnica más invasiva porque requiere la inyección de radiofármacos y también la exposición a la radiactividad amplía los intervalos de tiempo requeridos entre las sesiones. La magnetoencefalografía y resonancia magnética funcional son no invasivas y comparables en cuanto a la cantidad de tiempo requerida. El magnetoencefalografía tiene la ventaja, sobre todo en pruebas de lenguaje, de que la adquisición de la señal se produce en un ambiente de silencio absoluto a diferencia de resonancia magnética funcional. Así la magnetoencefalografía es de las más utilizadas: no invasiva, alta resolución cortical espacial y temporal, y silenciosa.
Una de las aplicaciones más habituales de la magnetoencefalografía se centra en las distintas patologías del lenguaje. Tradicionalmente se ha utilizado en Test de Amital Intracarotídeo (Test de Wada) para evaluar la lateralidad del lenguaje: procedimiento invasivo que ofrece información sólo de la dominancia hemisférica. Una alternativa en la Estimulación Cortical Intra y Extraoperatoria, es sumamente invasivo, estimulación directa sobre el parénquima cerebral con el paciente despierto durante el acto quirúrgico.
Los estudios con magnetoencefalografía sobre el lenguaje, han permitido desarrollar una serie de protocolos de estudio que cumplen la misma función de localización funcional que el test de Wada (test de amital intracarotídeo) o la estimulación cortical intraoperatoria y su efectividad ha sido comparada con ellos.
En tareas de reconocimiento continuo de palabras puede localizarse el córtex receptivo del lenguaje que tiende a situarse en la zona posterior del giro temporal superior izquierdo, incluyendo el área de Wernicke, aunque la activación puede extenderse a otras áreas temporoparietales en ambos hemisferios.
En reorganización del lenguaje. Lesiones tempranas en el hemisferio izquierdo pueden provocar reorganizaciones corticales en el hemisferio derecho en pacientes diestros. En pacientes afásicos diestros se han encontrado. Existe un retraso en la latencia de activación del giro temporal superior izquierdo. No se encontraron diferencias en el hemisferio derecho. También existe una relación entre el deterioro lingüístico y la actividad del giro temporal superior izquierdo, de modo de disminución de la capacidad de comprensión de los sujetos.
Epilepsia: se relaciona la reorganización funcional del lenguaje hacia el hemisferio derecho en pacientes con crisis epilépticas de origen izquierdo y sus problemas de lectura y deletreo, aunque estas áreas no son tan efectivas como sus homólogas del hemisferio izquierdo.
Dislexia: se ha observado con esta técnica que en estos sujetos no se registra respuesta en la región occipitotemporal inferior izquierda en latencias ulteriores en relación a la lectura de cadena de letras, siendo normal la función visual primaria hasta los 150 ms. Por lo que se ha propuesto una alteración en disléxicos del procesamiento temprano occipitotemporal. En cuanto a la vía auditiva, se han descrito diferencias en la organización de la corteza auditiva izquierda a partir de los 200 ms. postestímulo en comparación con niños normolectores. También reducción de la activación de las regiones parietotemporales en el hemisferio izquierdo con incremento de la actividad en regiones homólogas derechas, en la lectura de pseudopalabras. En edad preescolar la pronunciación de letras muestra ausencia de activación de la región supratemporal superior izquierda y activación derecha homóloga. Resulta interesante que la rehabilitación neuropsicológica sobre estas alteraciones de los niños disléxicos modifica los patrones de activación provocando una mayor activación izquierda en detrimento del lado derecho.
Lateralización del lenguaje en otras lenguas: en sujetos chinos (mandarín) no había una clara lateralización hemisférica para el lenguaje comprensivo auditivo, indicando un procesamiento diferente de este tipo de lengua. En japoneses con dominio de los tres sistemas de escritura de ese idioma, había un solapamiento en la actividad cortical entre los tres tipos de escritura. Aunque dos de ellos estaban más lateralizados en el izquierdo y el otro en el derecho.