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La conducta es un fenómeno biológico. Por tanto el paradigma de la psicología tiene que ser el de la psicología evolucionista. La psicología se basará en un nuevo fundamento: cada capacidad mental se alcanza gradualmente, así pues, la piedra angular va a ser la teoría de la evolución por selección natural.

La ecología del comportamiento es la estrategia evolucionista del estudio de la conducta, aunque no siempre se llamó así.

Después de Darwin fue William James quien planteó la necesidad de estudiar la mente y la conducta como procesos adaptativos. Bitermann utilizó la comparación entre especies, nació así, la Psicología comparada, que permitiría poner de manifiesto cómo también los procesos del aprendizaje son el resultado de la evolución. La práctica experimentalista de la psicología comparada y su obsesión por el aprendizaje se contrapone a la Etología europea en su origen. Con el paso del tiempo ambas estrategias han ido confluyendo y alimentándose mutuamente hasta fundirse en lo que podemos llamar ecología del comportamiento.

El concepto de Instinto y la Etología Clásica

El concepto de instinto no es bien aceptado como explicación de la conducta humana, entre los psicólogos actuales. Una de las razones de este rechazo puede estar en la historia sociológica de la psicología científica: si la psicología quería convertirse en ciencia y deshacerse de la influencia de la filosofía, aristotélica-tomista y cartesiana, de donde procede el término, tenía que deshacerse de esta rémora conceptual. Con el predominio del conductismo radical skinneriano donde el ambiente era la causa de la conducta, no había sitio para la naturaleza en la psicología académica española. Aunque no puede olvidarse que el ambiente era el del laboratorio.

A partir de la década de los 30 del pasado siglo, se originó lo que hoy se conoce como Etología Clásica, que supuso una nueva interpretación de cómo se organizan las respuestas conductuales de los animales. Según Lorenz, cualquier conducta instintiva consiste en un despliegue coordinado de reflejos ordenados secuencialmente provocados por estímulos biológicamente significativos. Para Lorenz no cabía duda de que tras estos despliegues conductuales se hallan mecanismos neurales específicos. Sus planteamientos evolucionistas le llevaron a considerar que al igual que la anatomía comparada permite desarrollar árboles filogenéticos, los patrones conductuales de especie constituyen otra vía para establecer la continuidad filogenética entre especies próximas. En la medida en que los procesos fisiológicos que subyacen a la motivación se ven influidos por los procesos endocrinos cabe decir que la etología y la Endocrinología Conductual comparten en gran medida su campo de estudio. Igualmente se puede afirmar que la Neuroetología como ciencia es el resultado de la síntesis de la etología y la neurociencia.

Profundizando un poco más en el tema del instinto se puede añadir que efectivamente los patrones típicos de especie, aunque innatos, pueden verse afectados por la experiencia y que el aprendizaje no es un proceso generalista cuyas leyes se cumplan siempre independientemente del tipo de estímulos y respuestas que se asocien. El proceso de impronta es un ejemplo de ello. Lorenz comprobó que este reconocimiento tiene lugar en un intervalo crítico inmediatamente después del nacimiento, los recién nacidos seguirán a aquel sujeto en movimiento más próximo a ellos. Es decir, se trata de un reconocimiento enormemente facilitado y limitado en un tiempo muy breve. En la tradición conductista se les llamó “ aprendizajes biológicamente preparados”

Tinbergen y las cuatro preguntas

Premio Nobel en 1973, es el etólogo clásico que más influencia teórica ha tenido. Propone que para dar una respuesta biológica completa de la conducta se ha de ser capaz de responder a las siguientes cuestiones:

  1. ¿Cuáles son los mecanismos objetivos que explican la conducta? Causación
  2. ¿Cómo se desarrolla una conducta concreta en el individuo? Ontogenia
  3. ¿Cómo la conducta favorece la supervivencia y reproducción de un individuo y/o de sus descendientes. Función.
  4. ¿Cuál es la historia filogenética de un patrón de conducta? Evolución

La conducta: Las pautas de acción fija

La etología como la psicobiología comparte con el conductismo el postulado básico de que la conducta ha de ser objetivamente observable y cuantificable. Pero también se interesa por lo que hacen los animales de forma espontánea en su entorno natural.

Las pautas de acción fija son conductas:

  • Estereotipada: refleja
  • Compleja: secuencia ordenada de reflejos
  • Exhibida por todos los miembros de la especie: típica de la especie
  • Provocada por un estímulo muy específico: estímulo desencadenador innato
  • Autoinhibida: el hecho de que se despliegue una vez hace que sea más difícil provocarla una segunda vez
  • Autoregulada: una vez que se inicia la secuencia de reflejos, llaga a su fin, independientemente de las circunstancias.
  • Independiente de la experiencia: innata
  • Suele tener un carácter consumatorio

En general puede decirse que los patrones innatos de conducta o pautas de acción fija forman parte del repertorio conductual de todos los individuos de cada especie. Puede afirmarse que es en las interacciones sociales donde las pautas de acción fija son más probables y juegan su papel más importante: la comunicación. Donde se dan los ejemplos más significativos es en el contexto del cortejo, el apareamiento, la crianza y la agresión. Estas conductas reciben a menudo el nombre de “consumatorias” porque satisfacen una necesidad, impulso o motivación.

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