Desde el psicoanálisis, Freud planteaba que la hipótesis de este problema eran los mecanismos de represión y represión a la etapa fálica. Los modelos psicodinámicos han realizado importantes aportaciones a la comprensión de la disociación, pero se han focalizado en los trastornos más graves. El conductismo lo explica desde los paradigmas del aprendizaje. Dollar y Miller defienden que las respuestas histéricas se mantienen por los refuerzos que suponen las ganancias primarias.
Desde el cognitivismo han surgido teorías que intentan explicar trastornos específicos y la disociación. El ej más claro es la teoría neo-disociativa de Hilgard: el aparato mental consta de una serie de estructuras cognitivas que supervisan, organizan y controlan el pensamiento y la acción en muy diversos ámbitos (facultades como la percepción, modalidades como la visión o distintas categorías de objetos o acontecimientos). Cada estructura puede buscar o evitar inputs y facilitar o inhibir outputs. Las estructuras tienen una organización jerárquica de modo que están intercomunicadas. En el vértice hay una estructura cognitiva que ejerce funciones ejecutivas de supervisión y control y proporciona la base para que se produzca conciencia fenoménica e intencionalidad.
Según la teoría, determinadas circunstancias pueden obligar a intervenir al control ejecutivo, interrumpiendo la integración y organización jerárquica de las estructuras de control inferiores. Puede romperse la conexión entre dos de estas estructuras o romperse la conexión entre una o varias estructuras cognitivas subordinadas y la ejecutiva superior. Disminuye el control voluntario o se reduce el grado normal de conciencia. Nos encontramos ante una “conciencia dividida” en ambos casos. Cuando se reduce la consciencia nos encontramos ante un ejemplo clásico de disociación. Sus conceptos centrales son consciencia y control voluntario.
Existen diferencias claras entre el inconsciente freudiano y la mente disociada. Los teóricos de la disociación mantienen que los contenidos mentales no conscientes no se restringen necesariamente a impulsos o a ideas agresivas o sexuales, y los procesos mentales no conscientes no son necesariamente irracionales o cualitativamente distintos de los conscientes. Tan sólo no son accesibles. Mantienen que la restricción de la conciencia no necesita ser motivada por propósitos de defensa ni necesariamente tiene efectos de reducción de conflictos o ansiedad. Los conceptos de represión y disociación no son sinónimos. La división del inconsciente de Freud es una división horizontal de la mente. La disociación implica una división vertical de la mente consciente.
Kihlstrom ofrece un mecanismo alternativo para la disociación. Entiende los trastornos disociativos como trastornos de memoria. Parte del supuesto de que la consciencia consciente requiere que la representación mental del acontecimiento se conecte con alguna representación mental del “sí mismo” como agente de ese acontecimiento. Se basa en los modelos teóricos de memoria como una red asociativa. El “sí mismo” también debe estar representado en un nodo. Reside en la memoria de trabajo, por lo que se asocia con otras representaciones mentales de la experiencia, del pensamiento y de la acción que también están en la memoria de trabajo.
El mecanismo que puede explicar las alteraciones de la memoria en los trastornos disociativos es la pérdida de conexión preexistente entre las memorias autobiográficas y la representación mental del sí mismo. Los deterioros en la memoria en los trastornos disociativos se restringen a la memoria episódica. Pero esta teoría no resuelve el problema de la personalidad múltiple.
Actualmente se enfatiza la relación entre acontecimientos traumáticos y disociación, y relacionan estos problemas con la tendencia a escapar psicológicamente de recuerdos aversivos. Van der Hart y colbs han propuesto un modelo jerárquico de disociación que intenta agrupar un amplio rango de fenómenos disociativos:
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Disociación primaria: procesamiento fragmentado del acontecimiento traumático.
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Disociación secundaria: la persona percibe el acontecimiento sin experimentar un impacto emocional completo.
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Disociación terciaria: desarrollo de identidades separadas.
Estos planteamientos pretenden explicar los trastornos disociativos, los síntomas y las manifestaciones disociativas que pueden estar presentes en otros trastornos, como el TEP, TEA y TLP. Intentan tener implicaciones terapéuticas.