La comorbilidad tan alta del trastorno de estrés postraumático (TEP) puede ser fruto de la imprecisión de los límites con otras entidades nosológicas, así como de la definición misma del trastorno. La asociación frecuente entre depresión y TEP comparten la pérdida de interés o de participación en actividades significativas, la sensación de acortamiento del futuro, la evitación de personas o las alteraciones del sueño.
Suele haber un solapamiento con el TAG (hiperactivación psicofisiológica), fobia social (evitación de personas), y con el TOC (recuerdos desagradables, recurrentes...). Quizá estas altas tasas de comorbilidad serían menores si se acotase conceptualmente el TEP y se limitasen los síntomas a los que son más específicos de este trastorno: las pesadillas, la reexperimentación de imágenes, la respuesta de alarma y la hipervigilancia.