Estas variables explican posibles diferencias individuales en las reacciones de estrés. Hay varios tipos de conexión entre las variables de personalidad y los trastornos asociados al estrés:
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La personalidad puede influir sobre la salud a través de mecanismos fisiológicos directos (reactividad cardiovascular) o indirectos (modulación del sistema inmune).
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Las características de la personalidad pueden potenciar la enfermedad al potenciar conductas no saludables (alcoholismo).
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Ciertos aspectos de la personalidad pueden aparecer como resultado de procesos asociados a la enfermedad (dependencia).
Estrés y características personales
Algunas variables son consideradas potenciadoras de la salud: hardiness, optimismo, sentido del humor, motivación de sociabilidad y autoestima. Otras como facilitadoras de la enfermedad: reactividad al estrés, conducta tipo A, hostilidad, cinismo, antagonismo, alexitimia, personalidad tipo C, estilo represor y motivación de logro.
La alexitimia es una característica personal que consiste en una discapacidad para describir verbalmente la experiencia emocional. Es una alteración cognitivo-afectiva que afecta al modo en que los individuos experimentan y expresan sus emociones y elaboran sus imaginaciones y fantasías. Está relacionada con el desarrollo de enfermedades físicas y con la presencia de quejas somáticas. Tiene 4 dimensiones: 1) dificultad para identificar emociones, 2) dificultad para comunicar emociones, 3) reducción de ensueños y fantasías, y 4) pensamiento orientado externamente.
La puntuación global de alexitimia correlaciona positivamente con los tipos 1 y 5, pero no con los restantes tipos. El tipo saludable (4) tiende a correlacionar negativamente con las dimensiones de alexitimia, y la dimensión relacionada con la dificultad para identificar sentimientos es un factor de riesgo general psicosomático, pues se asocia positivamente con todos los tipos no saludables de reacción al estrés.
El concepto de hardiness se traduce como resistencia o dureza ante el estrés. Es una tendencia de orientación optimista ante el estrés caracterizada por implicar 3 conceptos:
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Compromiso. Denota la habilidad para creer en y reconocer los propios valores, metas y prioridades, apreciar la propia capacidad y lo que uno hace y la tendencia a implicarse uno mismo en las diferentes situaciones vitales con un sentido general de propósito. Las personas comprometidas poseen un sistema de creencias que minimiza la percepción de amenaza ante los diferentes sucesos vitales.
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Desafío. Se valoran las situaciones estresantes como un desafío, que es entendido como una oportunidad y un incentivo para el desarrollo personal. Las personas que tienden a efectuar este tipo de valoración ante el estrés son individuos cognitivamente flexibles y con buena tolerancia de la ambigüedad.
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Control. La sensación personal de control facilita la adaptación ante las situaciones estresantes y la salud. Estas personas no sólo buscan explicaciones sobre lo que ocurre en términos de las acciones de otros o en el destino, sino también en la propia responsabilidad.
Hay conexión entre hardiness y otros factores positivos o protectores como el optimismo, la autoestima y la autoeficacia.
El sentido de coherencia es una disposición estable de personalidad que funciona a modo de recurso principal de afrontamiento para preservar la salud, es decir, como un recurso de resistencia al estrés. Es una característica salutógena de la persona, un recurso que protege al individuo de los efectos negativos del estrés sobre la salud. Tiene tres componentes:
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Comprensibilidad: control cognitivo sobre el propio medio que rodea al individuo. Se interpreta como algo racional, comprensible, estructurado, ordenado, consistente y predecible.
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Manejabilidad: grado en el que el individuo considera que dispone de recursos para hacer frente a las demandas.
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Significatividad: componente motivacional que determina si una situación es o no evaluada como un reto y si merece la pena implicarse.
Este concepto se ha asociado consistentemente con la salud, pero presenta ciertos componentes de otros constructos establecidos previamente como la resistencia ante el estrés, la autoeficacia y la autoestima. Los mecanismos y niveles de acción de las variables disposicionales pueden ser diversos:
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Las personas neuróticas tienden a valorar las situaciones estresantes de forma más amenazante y a emitir mayor grado de respuestas fisiológicas y emocionales.
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Bajo estrés, las personas con elevada hostilidad tienden a experimentar ira y elevada reactividad cardiovascular.
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Los individuos con estilo represor presentan inhibición de la competencia inmunológica asociada al estrés.
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El neuroticismo se relaciona positivamente con el uso de estrategias de afrontamiento focalizadas en la emoción, y negativamente con estrategias focalizadas en la situación.
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El optimismo, la autoestima, el locus de control interno y el hardiness se asocian positivamente al uso de estrategias focalizadas en el problema y mayor número de acciones para aliviar sus síntomas cuando se sienten enfermos.
Hay un cierto solapamiento entre los conceptos de afrontamiento y los factores de predisposición. Las variables de personalidad también pueden actuar a otros niveles, como los relacionados con los sucesos vitales y con el estrés diario. Los sucesos que se han categorizado como "dependientes" del sujeto (matrimonio, ascenso laboral…) pueden depender de características personales.
Las variables de personalidad pueden modular el apoyo social (real o percibido). El apoyo social está determinado por el grado con que el individuo se relaciona con otra gente. La personalidad tiene un importante papel en cuanto determinante de diferencias individuales en el tamaño del grupo de pertenencia, así como respecto a la calidad del apoyo social. Ciertas cualidades personales parecen caracterizar a los individuos que disponen de superior apoyo social.
Por otra parte, el apoyo social se relaciona con las habilidades interpersonales. Así, las características personales no sólo pueden asociarse a un potencial de recursos sociales disminuido, sino que puede implicar un peor aprovechamiento de los recursos disponibles y un mayor riesgo de pérdida de éstos. Sin embargo, la relación entre apoyo social y personalidad es recíproca: el apoyo social potencia la autoestima.
Tipos de reacción al estrés
El modelo de Eysenck y Grossarth-Maticek establece los tipos:
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Tipo I: predisposición al cáncer. Este individuo se caracterizar por un elevado grado de dependencia conformista e inhibición para establecer intimidad o proximidad con las personas queridas. Ante situaciones estresantes suelen reaccionar con sentimientos de desesperanza, indefensión y tendencias a idealizar los objetos emocionales y a reprimir las reacciones emocionales abiertas. La pérdida/ausencia del objeto se mantiene como fuente de estrés, ya que la persona no se desvincula definitivamente de él, pero tampoco logra la proximidad/intimidad necesaria. Predomina la hipoestimulación.
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Tipo II: Predisposición a la cardiopatía coronaria. Reaccionan al estrés mediante excitación general, ira, agresividad e irritación crónicas. Tiende a evaluar de forma extrema los objetos perturbadores, soliendo fracasar en el establecimiento de relacionales emocionales estables. Las personas y situaciones importantes para el individuo suelen ser la causa principal de infelicidad. Predomina la hiperexcitación.
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Tipo III: Histérico. Alternan la expresión de características de los tipos I y II, por lo que se ha propuesto protector tanto del cáncer como de la CC. Predomina la ambivalencia.
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Tipo IV: Tipo saludable protector de la salud. Poseen un marcado grado de autonomía en su comportamiento. Conciben la autonomía propia y ajena como el factor más importante para el bienestar y la felicidad personal. Afrontan el estrés de manera apropiada y realista mediante estrategias de aproximación o evitación del objeto querido. Predomina la autonomía personal.
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Tipo V: Racional-antiemocional. Es la tendencia a emitir reacciones racionales y antiemocionales. Suelen reprimir o negar las manifestaciones afectivas, encontrando dificultad para expresar las emociones. Tienen predisposición a la depresión y al cáncer. Predomina lo racional frente a lo emocional.
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Tipo VI: Antisocial. Tendencia a reaccionar mediante comportamientos antisociales y a veces criminales. Se ha propuesto como un factor de predisposición al consumo de drogas. Predomina la conducta de tipo psicopático.
Basándose en que estos tipos son modificables por el aprendizaje, los autores han desarrollado un nuevo método de terapia de conducta denominado Terapia de conducta de innovación creativa (TCIC) o Entrenamiento en autonomía para ser aplicado a los individuos propensos al cáncer y a la CC y reducir la probabilidad de muerte por estas enfermedades. El principal objetivo del tratamiento es estimular que la persona busque resultados positivos a largo plazo de los diferentes tipos de conducta y autoevaluación. Enseña que la conducta que lleva a resultados positivos a corto plazo, pero negativos a largo plazo debe ser evitada. La eficacia de la TCIC ha sido probada en la prevención del cáncer y de la cardiopatía coronaria, así como por su efecto positivo mediante el incremento de su esperanza de vida.