Dentro de las hipótesis que defienden la independencia entre procesos emocionales y cognitivos hay dos que han tenido mayor relevancia: la hipótesis de la “vía rápida” de procesamiento, que defiende que las emociones se procesan independientemente de la cognición, vía subcortical, y la hipótesis de la primacía afectiva, que postula que el procesamiento afectivo precede y sesga el procesamiento cognitivo, especialmente el de carácter semántico.
2.1. La hipótesis de la independencia afectiva: la “vía rápida” de procesamiento
Esta teoría está basada en los trabajos pioneros de LeDoux, que propuso que la amígdala, órgano cerebral localizado en el interior de los lóbulos temporales y asociado al procesamiento y almacenamiento de las reacciones emocionales, puede elicitar emociones antes de que la información alcance el córtex, órgano asociado al procesamiento consciente de la información. LeDoux utilizó en sus investigaciones la técnica clásica de la lesión. En primer lugar, hacía que las ratas tuvieran miedo mediante un procedimiento de condicionamiento clásico aversivo y a continuación les lesionaba diferentes núcleos cerebrales para investigar sus reacciones al miedo. Solía utilizar sonidos o luces como estímulos condicionados y descargas eléctricas como estímulo incondicionado.
Después del proceso de adquisición, las ratas tenían una respuesta clásica de miedo con un aumento de la presión sanguínea y el ritmo cardíaco ante la presencia del ruido o de la luz. Cuando a volvía a presentarse el EC, la señal enviada a la amígdala a través del tálamo sin pasar previamente por la corteza auditiva o visual. Esta vía parece adecuada para establecer un condicionamiento de miedo entre el ruido o la luz y los sucesos implicados en el miedo. Esta “vía rápida” es una vía que permite procesar estímulos sin la intervención cortical, como se ha estudiado en las ratas.
Estos trabajos han sido objeto de duras críticas. La más importante es que la “vía rápida” de procesamiento no juega un papel determinante en el procesamiento de estímulos emocionales complejos. Otra crítica, por ejemplo, es que la amígdala tiene una capacidad relativa de procesar emociones y no funciona independientemente de los procesos cognitivos y perceptivos.
2.2. La hipótesis de la primacía afectiva
Otra postura que defiende la independencia entre emoción y cognición es la de la primacía afectiva (Zanjonc). Esta hipótesis sugiere que se puede procesar el contenido afectivo de los estímulos de una manera no consciente para el individuo. Los trabajos que defienden que se puede producir procesamiento emocional sin recursos cognitivos están basados fundamentalmente en trabajos que estudian la facilitación o “priming” de los estímulos afectivos sobre los de contenido neutro.
En un estudio de priming secuencial se presenta muy brevemente palabras con contenido emocional. Primero se presenta una palabra facilitadora (estímulo prime) seguido de una exposición más larga de otra palabra (estímulo target) que los participantes deben categorizar lo más rápidamente posible. Los efectos del priming sugieren que las personas pueden evaluar estímulos automáticamente, sin prestarles atención. El priming afectivo se ha interpretado como un proceso automático e involuntario y se ha encontrado priming con intervalos muy breves de tiempo, pero también para tiempos considerablemente grandes entre la presentación de los dos tipos de estímulos. Se habla de priming afectivo cuando se dedica más tiempo a evaluar la valencia del estímulo prime de manera involuntaria. Este fenómeno ha hecho que se considere el priming como un tipo de procesamiento no consciente.
Storbeck y Robinson llegaron a la conclusión de que el priming afectivo sólo aparecía cuando a los participantes se les daba la oportunidad de relacionar primes y target mediante la evaluación del estímulo, pero no por la simple presentación previa de los estímulos afectivos.
Las investigaciones sugieren que la valencia de los estímulos no es procesada automáticamente por la amígdala. El sistema de procesamiento necesita, en primer lugar, una fase de identificación del estímulo antes de poder hacer una evaluación del mismo. Dicha identificación se produce en la corteza visual necesariamente. Sólo después de tal identificación, se puede activar el procesamiento afectivo. Estos hallazgos limitan las hipótesis de la automaticidad, y, como la psicología cognitiva ha puesto de manifiesto, el procesamiento de la información está basado, ante todo, en el proceso de atención a los estímulos afectivos.