A lo largo del siglo XIX se produjeron notables avances científicos en la fisiología que contribuyeron al desarrollo de la psicología en general y de la emoción en particular.
4.1. La activación
Es considerada como “fuente de estimulación” (para mantener el tono apropiado del organismo), “estado o rasgo” (variable que determina el umbral de respuesta), “respuesta a la estimulación” (reflejo de orientación), “variación endógena” (ciclo menstrual, ciclos sueño-vigilia), “estado inducido” (por el efecto de drogas), “experiencia” (estado de fatiga, búsqueda de sensaciones), “intensidad de la acción” (esfuerzo empleado), “impulso o motivador de la conducta” (nivel óptimo de activación).
El concepto de activación hace referencia a un proceso corporal general y continuo que puede ser considerado como necesario para entender la conducta. La activación se refiere a un proceso complejo relacionado con la movilización general del organismo en el que están implicados múltiples sistemas.
4.1.1. Las teorías de James-Lange y Cannon
William James argumentó que el sentimiento emocional era una consecuencia más que un antecedente de los cambios fisiológicos periféricos ocasionados por algunos estímulos. Proponía que la percepción de un estímulo o situación biológicamente significativa genera una serie de respuestas o cambios corporales (fisiológicas y motoras), siendo la percepción contingente de éstos lo que genera la experiencia emocional. La emoción es, por tanto, un proceso en el que la experiencia afectiva primaria propicia el posterior proceso de toma de conciencia de la existencia de una emoción.
Un año más tarde, Carl Lange (1834-1900), propuso de forma independiente una teoría similar a la de James, de ahí la consideración de esta teoría como de James-Lange. Dicha teoría se asienta sobre cinco supuestos teóricos:
- Cada experiencia emocional posee un patrón fisiológico específico de respuestas somato-visecerales y motórico-expresivas
- La activación fisiológica es condición necesaria para la existencia de una respuesta emocional
- La propiocepción de la activación fisiológica ha de ser contingente con el episodio emocional
- La elicitación de los patrones de activación característicos de una emoción podría, el menos teóricamente, reproducir la experiencia emocional
- Existiría un patrón idiosincrásico propio de respuesta somato-viscerales emocionales
PERCEPCIÓN ⇒ CAMBIOS CORPORALES ⇒ EMOCIÓN
Varios años después, Walter R. Cannon defiende que las emociones anteceden a las conductas y que los cambios corporales no son determinantes en la experiencia emocional, proponiendo la “teoría emergentista de las emociones”, que postula que los cambios corporales que serían idénticos en las distintas emociones, cumplen la función general de preparar al organismo para actuar en situaciones de emergencia, función que se realiza por la acción combinada del Sistema Nervioso Simpático (movilización de los recursos del organismo para la acción vigorosa) y Parasimpático (conservación de los recursos del organismo).
Los cambios autonómicos y somáticos son considerados no como antecedentes causales sino como concomitantes homeostáticos, con la función de preparar metabólicamente al organismo para enfrentarse de una forma adaptativa a las situaciones de peligro: “reacción de lucha o huída”.
Cannon propone, además, un modelo neurofisiológico -basado en parte en los experimentos de Bard (1928)- sobre el control cerebral de las emociones. Esta “Teoría de Cannon-Bard” plantea que la activación que ocurre en la emoción depende de una cadena de eventos que se inicia con la incidencia de un estímulo ambiental sobre los receptores, lo cuales transmiten esta estimulación, a través del tálamo, hasta la corteza. Ésta, por su parte, estimula de nuevo al tálamo, que por una parte mandará impulsos a la corteza cerebral que originará la experiencia cualitativa emocional, y, por otra parte, mandará impulsos al sistema nervioso periférico, con el fin de poner en marcha la energía necesaria para la acción.
PERCEPCIÓN
⇓
ACTIVACIÓN TALÁMICA
⇓
SENTIMIENTO EMOCIONAL ⇔ CAMBIOS CORPORALES
En resumen, las ideas de Cannon han contribuido al desarrollo de los conceptos motivacionales relacionados con los aspectos energetizadores de la conducta: activación, impulso; y las teorías de James-Lange y Cannon representan el marco de referencia de dos importantes líneas de investigación psicológica sobre la conducta emocional, aquella que postula la existencia de patrones específicos de respuesta asociados a cada emoción y la que postula cambios fisiológicos inespecíficos.
4.1.2. Activación como proceso único
El concepto de activación general inespecífica surge a mediados del siglo XX en el marco de la Teoría General de la Activación, en la que confluyeron tres hechos fundamentales:
- Los estudios de Cannon sobre el papel del sistema nervioso autónomo en los estados emocionales que tienen la función de preparar al organismo desde el punto de vista energético para actuar de forma adaptativa según las demandas de la situación.
- La teoría del impulso de Hull (1943), que considera la motivación como impulso inespecífico no asociativo.
- El desarrollo de las técnicas electroencefalográficas y los trabajos de Moruzzi y Magoun (1949), que demostraron que la estimulación eléctrica del sistema de activación reticular troncoencefálico provocaba la respuesta cortical de activación.
Elisabeth Duffy (1904-1970) fue la primera investigadora que utilizó el término de activación para referirse a los cambios fisiológicos periféricos.
Según Duffy, el registro de tales cambios permite medir el nivel de activación entendido como la cantidad de movilización de energía presente en el organismo en un momento dado. Estos cambios fisiológicos periféricos que incluyen dos tipos generales de respuestas, mediadas por el Sistema Nervioso Autónomo y por el Sistema Nervioso Somático, reflejan los diferentes niveles de “movilización de energía” o activación que acompañan a los estados motivacionales y emocionales.
El concepto de activación periférica o arousal descrito por Duffy, responde a una concepción de la activación que supone la existencia de una única dimensión de activación general del organismo que se manifiesta a través de indicadores somáticos, autonómicos y corticales, y sugiere, además, un continuo de activación que va desde el sueño a la excitación extrema. El concepto “emoción”, según Duffy, designa estados en los que la activación es excepcionalmente alta (excitación), o excepcionalmente baja (depresión agitada), estando la conducta dirigida hacia algo o alejándose de algo. El grado de activación estaría relacionado con la disposición a la acción y no necesariamente con la conducta manifiesta. La teoría de la activación vinculó el incremento en la activación a un aumento unilateral en la fuerza de respuesta de varios sistemas, incluyendo el sistema nervioso central, el sistema nervioso autónomo (frecuencia cardíaca, presión sanguínea, etc.) y el sistema nervioso somático (tensión muscular, actividad motora, etc.).
En este contexto, las aportaciones más destacadas a la Teoría General de Activación corresponden a Lindsley, Hebb, Malmo y Duffy y en todas ellas está presente la relación entre activación y actuación/rendimiento propuesta por Yerkes y Dodson. Se encontró que el aprendizaje de discriminación en animales de laboratorio era una función de la cantidad óptima de descarga y esta cantidad óptima difería en función de la dificultad de la tarea. En relación con la activación, la relación establecida considera que el mejor rendimiento se consigue con niveles medios de activación. Así, cuando el nivel de activación es reducido o inferior al nivel medio, el rendimiento disminuye porque el sujeto no tiene suficiente energía para rendir adecuadamente; por el contrario, cuando el nivel de actuación es excesivamente intenso o superior al nivel medio, el rendimiento también disminuye, porque, en este caso, el sujeto tiene dificultad para canalizar tanta energía.
Aunque los diferentes teóricos de la activación presentan diferencias en sus posiciones teóricas consideradas en conjunto, se constatan características comunes: la activación se concibe como inespecífica -no existen patrones específicos característicos que se asocien a determinadas emociones-; unidimensional, lo que significa que el grado de activación está en función del grado de movilización energética general; y unidireccional, lo que supondría una correlación entre la intensidad de la experiencia subjetiva y los índices fisiológicos.
4.1.3. Activación multidimensional
A partir de los trabajos de Lacey cobraron importancia los modelos específicos de activación que cuestionan el concepto unitario de activación. En un intento de resolver parte de las dificultades del concepto unidimensional de la activación, han sido varios los autores que han propuesto modelos multidimensionales.
Eysenck propuso dos sistemas diferentes de activación: uno relacionado con los aspectos energéticos de la conducta y otro relacionado con los aspectos directivos de la misma. Eysenck defiende la existencia de un sistema de activación fisiológico de tipo emocional o autonómico vinculado a las estructuras límbicas del cerebro y otro sistema de activación fisiológico cortical vinculado al sistema activador reticular.
Otro de los modelos propuestos y más ampliamente aceptado es el modelo de Gray. Su modelo de la activación, basado en estudios sobre el aprendizaje animal, sostiene que el sistema nervioso de los mamíferos está compuesto por tres sistemas de activación:
- El sistema de aproximación conductual, considerado como un sistema de feedback negativo, activado por estímulos asociados al reforzamiento y al cese u omisión del castigo
- El sistema de inhibición conductual, activado por estímulos condicionados asociados al castigo, a la omisión o cese del refuerzo, así como a los estímulos novedosos
- El de lucha-huída, que responde a los estímulos condicionados e incondicionados aversivos
Modelos más modernos se basan en las actuales aportaciones de la neuropsicología con la utilización conjunta de procedimientos de neuroimagen, como la tomografía por emisión de positrones, la medida del flujo sanguíneo cerebral regional, la resonancia magnética funcional, los nuevos procedimientos de electrofisiología computarizada y los potenciales evocados.
4.2. La regulación de la activación
4.2.1. La homeostasis como mecanismo de regulación estático
El concepto de homeostasis ha sido referido a la estabilidad del medio interno como condición necesaria para el funcionamiento de un organismo. Esta función se realiza de tal manera que cada vez que el equilibrio se ve amenazado por circunstancias ambientales o por factores internos, se desencadenará inmediatamente la acción correctora necesaria para devolver al organismo su estado de equilibrio perdido.
4.2.2. El estrés
Adaptarse es dar respuesta a los cambios y exigencias del entorno, y precisamente el estrés es un proceso psicológico que se activa cuando se percibe algún cambio en las condiciones ambientales. Su función es la preparar al organismo para dar una respuesta adecuada a tales cambios. El estrés es un proceso activante íntimamente relacionado con las emociones, aunque no es una de ellas. Carece de tono afectivo, aunque se lo puede proporcionar una emoción, ya que en caso de ser necesario ésta será activada por el propio estrés. En la actualidad, el término estrés se utiliza para referirse a cualquier condición que perturba la homeostasis.
El trabajo de Cannon y especialmente de Hans Selye (1907-1982) ha sido muy importante para determinar el papel de la emoción en la adaptación corporal y la homeostasis del medio interno. Según Cannon, el sistema nervioso simpático prepara al organismo para soportar el estrés. Selye señaló la coordinación existente entre tres sistema para responder, en lo que definió como el Síndrome General de Adaptación. Durante la primera fase se produce la reacción de alarma, en la que la resistencia del organismo disminuye en un primero momento (fase de choque) para después empezar a movilizarse (fase de contra choque). La segunda fase es el estado de resistencia, al que se llega cuando las condiciones estresantes se mantienen en el tiempo y el organismo se encuentra ante la imposibilidad de mantener de forma continuada la activación que implica una reacción de alarma ante un estresor. Por último, si la situación estresante se prolonga o es demasiado intensa se llega a la tercera, fase de agotamiento. Si persiste el mantenimiento de las condiciones estresoras, el seudo-equilibrio obtenido en la fase de resistencia se pierde, produciéndose el agotamiento del propio organismo por falta de reservas para seguir manteniendo estos niveles de activación, llegando en sus últimos extremos al estado de coma y muerte del mismo.
Uno de los efectos principales del estrés es prevenir las consecuencias emocionales negativas, atenuando los recuerdos conscientes, pero manteniendo su registro para futuras condiciones. Para ello, la respuesta hormonal al estrés, en especial el cortisol, tiene tendencia a inhibir el hipocampo y a excitar la amígdala. Así, la amígdala se verá facilitada para responder emocionalmente y formar recuerdos emocionales no conscientes; mientras que el hipocampo, al estar inhibido, se verá impedido en la formación de recuerdos conscientes de esos mismos acontecimientos. El proceso de estrés también activa determinadas emociones que anticipan condiciones que requieren de una actuación adaptativa, como es el caso de la ansiedad o la hostilidad.
4.2.3. La alostasis como mecanismo de regulación dinámico
En contra de los anteriores modelos en los que se entendía la regulación fisiológica en términos de homeostasis, Sterling y Eyer acuñaron el concepto de alostasis para hacer referencia a dos aspectos cruciales en la regulación fisiológica: los parámetros fisiológicos varían y la variación anticipa las demandas. Es un modelo de regulación alternativo, basado en la estabilidad a través del cambio, o lo que es lo mismo, que los mecanismos que controlan los cambios en la actividad fisiológica predicen qué nivel será el necesario basándose en la retroalimentación local y en la anticipación de las demandas.
La finalidad de la regulación fisiológica no es el mantener unos parámetros constantes, sino la supervivencia y la reproducción. Así pues, una vez que el cerebro predice las demandas futuras más probables, ajusta los parámetros para responder a las mismas. Los organismos deben funcionar eficientemente, lo cual implica no sólo escapar de los depredadores, sino también el competir eficazmente con otros miembros de la misma especie. Esta eficiencia requiere que los recursos sean compartidos entre los distintos sistemas, incluso en el cerebro los recursos tienen que compartirse recíprocamente. Todo esto implica a su vez la necesidad de un mecanismo central que analice continuamente las prioridades, la disponibilidad de recursos de cada órgano y un sistema de predicción muy rápido, ya que de otra manera se optimizaría para una condición pasada y nunca para la entrada que más probablemente encontrará a continuación.