Las aproximaciones más frecuentes a la naturaleza de la emoción sugieren la existencia de emociones fundamentales o básicas, que tienen connotaciones adaptativas. Desde esta perspectiva se enfatiza que cada emoción básica se encuentra asociada a unas condiciones específicas capaces de provocar su activación, originando patrones peculiares y diferenciales en los planos fisiológico, expresivo y conductual.
En general, las emociones primarias son procesos directamente relacionados con la adaptación y la evolución, que tienen un sustrato neural innato, universal y un estado afectivo asociado único.
Según Izard (1991) los requisitos que debe cumplir cualquier emoción para ser considerada como básica son los siguientes:
- tener un sustrato neural específico y distintivo,
- tener una expresión o configuración facial específica y distintiva,
- poseer sentimientos específicos y distintivos,
- derivar de procesos biológicos evolutivos, y
- manifestar propiedades motivacionales y organizativas de funciones adaptativas.