Leucemia significa glóbulos blancos. Hay dos tipos de células que forman la sangre: mielocíticas y linfocíticas. Las células linfocíticas maduran en glóbulos rojos, mientras que las linfocíticas maduran en góbulos blancos o leucocitos que incluyen los linfocitos B y los linfocitos T. Esta maduración se altera en la leucemia y la capacidad de estas células para madurar se deteriora.
Distinguimos dos tipos de leucemia, la leucemia linfocítica y la leucemia mielógena. La leucemia linfocítica supone un 75% de todas las leucemias, en tanto que la leucemia mielógena son el 25% restantes.
Los niños con leucemia linfocítica aguda experimentan dificultades de aprendizaje significativas, a la de los tumores cerebrales. Sus síntomas iniciales son hemorragias, fiebre, irritabilidad, fatiga y dolor óseo. El 95% de los niños sobreviven y el 55% de ellos continua en remisión cinco años después del tratamiento.
La exposición pre o posnatal a rayos X, también se asocia con un riesgo más alto de padecer leucemia. Los factores de riesgo ambientales incluye la radiación, los hidrocarburos, y los pesticidas. Se han identificado factores de riesgo con madres con más de 35 años en el momento de nacimiento, mujeres con dos embarazos previos que terminaron en muerte fetal temprana, peso alto al nacer e ictericia neonatal.
Variables importantes
Los indicadores importantes de pronóstico son:
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Cantidad inicial de glóbulos blancos
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Sexo
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Edad en el momento del diagnóstico
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Terapia del SNC
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Grado de la adenopatía
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Nivel de hemoglobina
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Cantidad de plaquetas y trombocitos en el momento del diagnóstico
La cantidad de glóbulos blancos y la edad en el momento del diagnóstico son significativos para la supervivencia. Los pacientes con gran cantidad de glóbulos blancos en sangre tienen el peor pronóstico.
Los síntomas pueden cambiar de niño a niño y suelen aparecer entre 1 y 6 semanas antes del diagnóstico. Los síntomas que acompañan a la anemia son fatiga,letargo,dolor de cabeza y palidez en piel, lecho ungueal y mucosas del interior de la boca.
Tratamiento
El tratamiento varía dependiendo de los factores de riesgo y, por ello los pacientes con más riesgo reciben tratamientos más agresivos y los de menos riesgo reciben tratamientos menos tóxicos.
El tratamiento tiene tres etapas:
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Inducción de la remisión
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Consolidación
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Mantenimiento
La primera utiliza las directrices del instituto Oncológico Nacional, utiliza la edad y la cantidad de glóbulos blancos como indicadores para determinar el grado de tratamiento.
La segunda fase la de consolidación la remisión se fortalece mediante la intensificación del tratamiento. El metotrexato es la medicación más habitual, en esta fase porque es la más efectiva.
Durante la fase de mantenimiento, se aplica un tratamiento a largo plazo, que, frecuentemente, consiste en dosis bajas diarias de una medicación antineoplástica y dosis semanales de metotrexato. El tratamiento se prolonga de 2 a 3 años, ya que esto da lugar a recaídas.
Efectos neuropsicológicos del tratamiento
Se ha encontrado trastornos neurológicos con niños tratados con dosis bajas de radiación craneal y llaman la atención los declives de inteligencia. La evaluación de los efectos posteriores de la quimioterapia ha indicado que generalmente no es tan perjudicial para el desarrollo cognitivo y neuropsicológico como la RTC. Los problemas se registran en pacientes que reciben RTC con anterioridad a los cinco años de edad. Cuando el tratamiento consiste solo en quimioterapia intratecal, los pacientes alcanzan un rendimiento académico medio y un desarrollo cognitivo normal.
Un metaanálisis de 28 estudios empíricos sobre las consecuencias de los tratamientos de LLA indicó que los efectos son siempre negativos y que los supervivientes presentan un déficit significativo en capacidad congnitiva y rendimiento académico en las áreas de lectura, aritmética y deletreo, además de disfunciones en atención, velocidad de procesamiento de la información, capacidad visuoespacial, memoria verbal, memoria visual,y habilidades motoras finas. Presentan síntomas compatibles con TDAH
Aspectos familiares
La capacidad de los padres para afrontar la enfermedad parece muy relacionada con la de los hijos. Incluye discordia marital creciente, dificultades financieras debidas a los costes médicos, ansiedad, problemas en la adaptación de los hermanos y alteraciones de desavenencias en la vida familiar. Las madres presentan depresión después del tratamiento, debido a que son las más responsables en el cuidado del niño y de las demandas que exige la asistencia sanitaria oncológica. El miedo a la muerte de los hijos esta también presente siempre.